A City Sleeps Análisis
A City Sleeps es un juego desarrollado por Harmonix, los padres de Rock Band, que esta vez se han ido muy lejos de los géneros que acostumbran a tocar. ¿Les habrá salido bien la jugada? Este es nuestro análisis.
Normalmente, cuando pensamos en los juegos que hace Harmonix, pensamos en experimentos raros que terminan ganándose un hueco en nuestras librerías de juegos por su atrevida mezcla de jugabilidad y música. A City Sleeps tiene todos los elementos para ser un juego más de este estilo, pero no es así.
Con A City Sleeps, Harmonix ha metido bastante la pata: es un juego muy limitado, muy corto – no por la duración en sí, que también, sino porque deja con muchas ganas de más – y que no ha planteado bien cómo interactúan sus mecánias con la música.
A City Sleeps es bonito, pero se controla mal
El mayor fallo del juego es un pecado capital, también, dentro de su género: un mal sistema de control. En un juego donde hay que esquivar constantemente los envites del enemigo, y con envites quiero decir millones de balas; es terrible que A City Sleeps no responda como debería.
En A City Sleeps, eres Poe, una fan de la música electrónica que viaja por sueños y mata demonios del soñador. Y eres invulnerable al daño salvo si te dan en tu punto débil, tu núcleo, lo cual suena tan confuso como es: saber exáctamente cuándo una bala te va a hacer daño y cuando no es bastante incordio.
Ese milisegundo que pasas pensando en 'esa bala me da o no en el núcleo' es un tiempo valiosísimo en un shoot em up, es la fracción de segundo que te mata o te deja con vida vaya.
Un shoot em up diferente, que no bueno
La idea tras A City Sleeps es muy bonita idea y está acompañada además de una esotérica escenografía y un apartado visual de primera índole, algo muy acorde al estilo de Harmonix, pero que se queda realmente corto: solo hay tres niveles. El problema en sí no es lo poco que dura, ojo, sino que te deje a medias de todo.
En este tiempo, es posible mejorar las habilidades de Poe significativamente con fantasmas que desbloqueas al acabar cada nivel. Cada espíritu tiene un efecto: unos curan, otros atacan, otros congelan enemigos... También es posible modificar habilidades con reliquias y los niveles se pueden maldecir para hacerlos más difíciles.
Esto hace que, sí, A City Sleeps se pueda rejugar un poco y que sea más entretenido, pero el contenido sigue siendo escaso, o al menos, lo suficiente como para solucionar el lastre de las mecánicas y de la repetición de las tres únicas pantallas que hay.
Pifiada musical
La clave detrás de A City Sleeps, en todo caso, reside en que los enemigos y Poe atacan al ritmo de la música, lo cual suena muy propio de Harmonix pero que, desgraciadamente, se ha ejecutado fatal en el juego: no es que tengas que llevar el ritmo, es que tienes que soportarlo.
Limitar tus ataques a una melodía puede unirte a lo que suena, pero te limita mucho jugando, y en un juego como este, donde el movimiento, ya de por sí tocado, no depende completamente del jugador, la mezcla es explosiva y frustrante. Dejar a un enemigo con una raya de vida y que la música te impida rematarlo enfada, mucho.
No solo se les ataca disparando: si te acercas a los enemigos, es posible atacar cuerpo a cuerpo, pero claro: los enemigos no son bobos y se mueven muy rápido, sobre todo en una dificultad elevada, lo que hace completamente inútil esta idea. Los errores de diseño del juego son evidentes a estas alturas.
A City Sleeps no es el mejor juego de Harmonix
Aunque los jefes finales de A City Sleeps son ingeniosos y el juego en sí, sin duda, es una aproximación diferente al género de los shoot em up, no es ni mucho menos un buen juego. Y ni de lejos es un buen juego de Harmonix, que nos ha regalado como estudio tantos clásicos en el pasado.
Con un par de niveles más y una mejor definición de su sistema de control, A City Sleeps podría haber sido varias veces mejor, pero en su estado actual, parece un producto incompleto, hecho a toda prisa y limitado por su identidad como juego medio musical medio de acción. Una lástima.