Dark Souls II Scholar of the First Sin Análisis

Los trabajadores de From Software han debido estar muy ocupados durante los últimos dos o tres años para lanzar Dark Souls II y todo su DLC en 2014, Bloodborne en 2015 y Dark Souls II Scholar of the First Sin solo un mes después del anterior juego. Lejos de ser una simple remasterización, resulta ser toda una reinterpretación del juego original.

¿A qué nos referimos con ello? A que han hecho un buen montón de cambios para asegurar que la experiencia es mejor para los que se inician por primera vez en la secuela de uno de los juegos más importantes de la pasada generación, pero también diferente y más compleja para los que han regresado a ella.

Dark Souls II Scholar of the First Sin cambia muchas cosas de sitio

El problema es que este regreso, muy probablemente, está contaminado por Bloodborne, una versión más ágil y con unas ideas más progesivas que, sí, parten de las bases que impuso Demon's Souls hace ya 6 años, pero se alejan lo suficiente como para que Dark Souls II, que es mucho más fiel, nos resulta lento, torpe y, caray, peor.

Nos hemos sorpendido a nosotros mismos pensando de esta manera porque Dark Souls II es un juego fenomenal, una cumbre en cuestiones de ambientación, diseño y narrativa sucinta, pero Bloodborne hace tan bien lo que hace que perjudica a sus hermanos, que lucen peores gráficos, peores esquivas y un sistema de combate más estático.

No, esto no es una cuestión de la diferencia gráfica entre un juego exclusivo de PS4 con una estética fenomental y esta remasterización que no está siquiera a la altura de la versión de PC con mods por mucho que funcione a 60fps en PS4. Y decimos en PS4 porque en Xbox One tiene bastantes bajadas de framerate, algo que no llegamos a entender.

Es difícil volver a él tras Bloodborne

Obviamente, estas sensaciones duran hasta que la memoria y el músculo se readaptan y uno se adapta a los combates de escudo en alto, magia tramposa, esquivas muy arriesgadas y jefes que no hay manera de matar mediante parries sino simplemente aguantando y girando mucho a su alrededor.

Esto es lo que caracterizaba y encumbraba a la saga A.B. (antes de Bloodborne) y es lo que mejor sabe hacer Dark Souls II: Scholar of the First Sin. Si ya lo habías jugado, las sensaciones al mando no han cambiado nada aunque tu memoria te va a traicionar en muchísimos momentos, pues hay cambios hechos pensando en ese experto que se sabe el juego de memoria.

¿A qué nos referimos? A que este Dark Souls II tiene ciertos objetos relocalizados, enemigos que aparecen donde no te lo esperas, fases con caminos bloqueados por personas petrificadas que antes no estaban ahí, jefes que saben hacer nuevas artimañas o enemigos que antes matabas usando los errores de la programación pero que ahora ya no fallan.

No todos los cambios son a mejor

Dark Souls II: Scholar of the First Sin es muy, muy, muy cruel con aquellos que repiten en esta versión mejorada, no solo porque están pagando por algo que es en un 80% similar sino porque el otro 20% ha sido retorcido para pillarte indefenso. Y si has jugado a Bloodborne, para colmo, te manejarás como un novato, por lo que es aún más difícil.

El problema es que no sabemos si esto hace el juego mejor. Es verdad que se agradece que se sienta diferente y que haya cambios y sorpresas, pero cuando estas es han hecho pensando en ir a pillar y no en mejorar el diseño de los escenarios, pues no siempre se benefician de los cambios, el juego nos ha parecido funcionar peor.

Y hay un detalle muy concreto que nos ha fastidiado una barbaridad: el desgaste de las armas, que ahora duran mucho menos y que en Dark Souls era un problema del mod que lo aceleraba a 60fps en PC, pero aquí se ha intentado hacer pasar por una 'feature' y usar ciertas armas con durabilidad media, como el estoque, ahora es un fastidio.

Más lore para los más fanáticos

Por lo demás, Dark Souls II Scholar of the First Sin incluye todo el contenido extra que se ha ido lanzando en los últimos meses, los diferentes parches que equilibraban mejor objetos y el online así como nuevo contenido que está ligado al susodicho Erudito del Primer Pecado.

No quisiera meterme a valorar esta nuevo contenido a nivel de lore porque detallar cualquier aspecto sería desvelar información que debe descubrir quien vaya a jugar a esta versión expandida, pero realmente merece la pena empaparse otra vez en la laberíntica mitología del juego.

From Software hizo un trabajo soberbio ligando los mundos de Dark Souls y Dark Souls II, y esta versión remasterizada se esfuerza en darle más sentido a lo que se explicó en la segunda parte y expandirlo un poquito más para maravilla de los que nos esforzamos en atacar cabos.

Y en cuanto al multijugador, las ideas básicas son las mismas y el funcionamiento de las 'covenants' es similar, pero se ha ampliado el número de jugadores por sesión, esto es, dos rivales y dos aliados además de tu personaje pueden verse las caras en cierto puente mítico del juego.

Una versión diferente, pero quizá no definitiva

Solo por esto, sabemos que muchos fans querrán zambullirse de nuevo en la experiencia mejorada y retocada que ofrece Dark Souls II Scholar of the First Sin, incluso si significa pagar unos precios no muy apropiados por jugarlo a 60fps en una consola de nueva generación o con DirectX 11 en PC.

Sea como fuere, quienes se queden con ganas de más tras Bloodborne, tendrán algo a lo que echarle el guante, incluso si este algo está envenenado con muy mala leche. No es como si eso hubiera echado para atrás antes a ningún forofo de From Software, por supuesto, pero nosotros avisamos.