Análisis de Overwatch - Jugada destacada de Blizzard

Overwatch es un FPS divertidísimo desde el primer minuto, pues hasta en su tutorial es toda una demostración de saber hacer por parte de Blizzard. Es curioso porque podría decirse que, más que un FPS de héroes o hero shooter (como prefiráis llamarlo), es más del género "juego hecho por Blizzard", pues las señales de la empresa están por todas partes.

No hablamos ya de detalles y guiños a otros juegos suyos, que plagan también los escenarios en forma de recreativas o carteles, sino en la forma de entender el movimiento de los personajes, el tipo de jugabilidad en equipo que se promueve y lo milimétrico que puede llegar a ser un acierto o un error que cuesta a corto o largo plazo la victoria.

Overwatch no es una revolución, pero es una maravilla

Por supuesto, la jugabilidad de Overwatch resultará muy familiar a cualquier que haya jugado a Team Fortress 2, el gran juego de Valve: los héroes, lo caricaturesco de sus personalidades, la manera en la que se complementan los unos a los otros, la acción intensa, lo fácil que es empezar a jugar y lo difícil que es dominarlo de verdad...

Y sin embargo, hay muchos aspectos que resultan novedosos o frescos en Overwatch. Personajes como Roadhog, Pharah o Bastion, pese a lo insufrible que es este último, suman muchas más capas de complejidad a lo que normalmente exige un FPS, ya sea normal y corriente o de héroes, como el caso de Team Fortress.

Para empezar, porque se nota que Blizzard ah trabajado mucho en el equilibrio de todos los conjuntos. Además de recomendar que hagamos equipos con mínimo un tanque, un sanador, un defensor, un constructor, un francotirador y una unidad de ataque, lo bien que se conjuntan todos ellos es fascinante.

Ya no hablamos de poder crear combos de forma orgánica con la suma de Reinhardt con el escudo y Bastion en modo torreta con Mercy detrás curando, sino de cómo acabar con ese combo usando también a otros personajes es no solo posible, sino tremendamente satisfactorio.

Coger a Hanzo para destrozar a Mercy de un solo disparo, a Mei para crear una barrera frente a Bastion que tampoco deje maniobrar a Reindhardt y al propio Hanzo para que acabe con el robot-torreta o a para que Tracer pille a los demás por la espalda con su habilidad especial es una de las formas que se nos ocurre de hacerlo.

Sin muchos modos, pero con las cosas claras

Overwatch depende enteramente de esos enfrentamientos, de que los jugadores se las apañen para contrarrestar el empuje de su enemigo y puedan lograr el objetivo de turno, que va cambiando con cada mapa y que pueden incluso mezclarse.

Normalmente, hay que dominar un punto durante cierto tiempo, mover o defender una carga para que llegue o no llegue a la base del equipo defensor o capturar dos puntos de control en tres rondas seguidas al mejor de dos. Y ya está, Overwatch no tiene más modos, ni tampoco le hace realmente mucha falta.

Al no haber un sistema de puntos como en otros FPS y al obligar a los jugadores a colaborar para vencer, lo importante es lo que se hace en equipo y no tanto que uno mate a muchos enemigos de seguido – si bien luego son estas jugadas tan habilidosas las que, irónicamente, se destacan al final de las partidas.

Pero sí se consiguen puntos y experiencia, ojo. Estos dependen de un montón de elementos, como cuántops enemigos matas o cuánta vida curas o cuánto tiempo has pasado defendiendo o tomando el objetivo. Y la experiencia te hace subir de nivel, con cada cual obtienes una caja de botín.

El botín es lo peor de Overwatch con diferencia

No nos cabe ninguna duda de que la progresión mediante botín es lo peor de Overwatch. Los personajes no consiguen armas nuevas ni habilidades distintas ni mejoras de ningún tipo: solo trajes alternativos, frases distintas, grafitis y poses para jugadas destacadas o para la pantalla de victoria del equipo.

Por fortuna, la motivación para seguir jugando a Overwatch no es desbloquear todo esto, sino seguir pasándoselo bien por lo emergente que es la experiencia. Pese a no tener modos de juego, solo un puñado de mapas, carecer de modo historia y tener un botón ridículo, Blizzard da al jugador lo que quiere: un juego divertido.

Y por si no quedaba ya claro, es divertido porque cada táctica que se te ocurra con tu personaje seleccionado, sea el que sea, seguramente tenga una aplicación efectiva en el campo de batalla si la aplicas bien. ¿Que lo mismo puedes bloquear la habilidad especial de Pharah o McCree usando el gancho de Roadhog? Pues sí, sí puedes.

El ingenio con el que cada personaje ha sido creado para usar el escenario y las habilidades de otros personajes en su favor es la gran cualidad de Overwatch. Puede que no lo parezca, pero muchos de ellos están pensados para contrarrestarse a la perfección y que aprendas a jugar de mil modos distintos dependiendo de tu enemigo.

Lo variado de un buen multijugador online

Por eso pensamos que merece tanto la pena Overwatch, porque pueden pasar 30 horas y puedes tener 30 niveles, que tu aprendizaje no ha hecho más que empezar. Lo mismo no paras de morir por culpa de un héroe concreto que te pilla siemrpe desprevenido, pero cuando te fijas en al repetición, acabas captando qué estrategia está llevando a cabo, y aprendes de ese error y asimilas esa forma de jugar.

Así con todo. Aunque no haya progresión ni muchos mapas ni muchos modos de juego, Overwatch resulta variado porque los personajes tiene tropecientas posibilidades cada uno, lo que luego se multiplica por 21, que es el total con el que se ha lanzado el juego.

Si dudáis sobre lo que pueda ofrecer Blizzard y sobre la durabilidad a largo plazo de Overwatch, hacednos un poco de caso y pensad en él de esta manera: es el Hearthstone y el Heroes of the Storm de los FPS, y seguirá creciendo más allá del pago inicial que, de forma comprensible, no ha hecho mucha gracia a muchos jugadores.

La diferencia está en que, a diferencia de Heroes of the Storm, aquí has pagado a todos los jugadores porque realmente hacen falta para entender y aprender a jugar y a divertirse. Solo con unos pocos no podrías o enfrentarte a ciertos enemigos o progresar lo suficiente.

La apuesta, sin duda, ha sido muy arriesgada, pero creemos que a Blizzard le ha salido un juego redondo, rápido, con el que no se para de aprender y que no renueva un género explotadísimo por todas partes como es el de los FPS, pero que lleva la idea del héroe de los MOBA (solo eso, no su jugabilidad) a nuevas cuotas de diversión.