Análisis de Splatoon - Mares de tinta algo secos

Si alguien nos hubiera dicho hace un par de años que estaríamos jugando en una consola de Nintendo a un buen juego de tiros protagonizado por un grupo de adolescentes que se convierten en calamar y disparan tinta de colorines para vencer a su enemigo, creo que le habríamos llamado loco y nos hubiéramos reído en su cara.

Y sin embargo, aquí estamos con Splatoon, un juego que es justamente esto y que no demuestra complejo alguno al tener unas ideas de jugabilidad muy claras y otras de longevidad que, pensamos, le perjudican un poco de cara su lanzamiento.

Splatoon es lo más original que ha hecho en años Nintendo

Eso no quita que sea un buen juego, porque lo es. Splatoon tiene un buen control, uno que afortunadamente no te obliga a jugar con el giroscopio del GamePad y te deja entablar combate moviendo la cámara con el stick derecho como cualquier otro shooter en tercera persona. Este era uno de nuestros miedos, y era totalmente infundado.

Que se control bien es la clave para poder dominar los tiros preciso con el rifle, la caída de la tinta con la pistola y el movimiento del rodillo con el que vamos aplastando a los enemigos. Que un arma sea más potente que otra, y el rodillo está un poco OP hasta que se aprende a compensarlo con saltos, al final es lo de menos.

Las sensaciones con el GamePad, pese a que es un armatoste, no son ni mucho menos malas, pues. La pantalla del mando, por cierto, solo sirve como mapa y para catapultar hacia un compañero a tu calamar cuando reapareces en la base tras morir.

Tan shooter como MOBA

Ahora bien, que lo llamemos shooter no debe despistaros. En Splatoon hay un componente estratégico fundamental porque tan importante es matar al rival como pintar el suelo de tinta y frenar su libre avance. Fijarse en cómo va el suelo en el mapa del GamePad, parece que no, es un aspecto clave para alzarse con la victoria y puntuar.

En muchas ocasiones, hemos confrontado a los rivales lo justo, pero aún así hemos sido los campeones de la partida porque hemos pintado el suelo sin parar, recuperado terreno que los contrincantes iba tiñendo y hemos buscado esos puntos desde donde defenderse es fácil y pintar, también.

Y esto, aunque no lo parezca, asemeja un poquito a Splatoon a los MOBA, cuyas dinámicas, sí, implican vencer héroes enemigos, pero también ir quitándoles territorio e impidiendo que se muevan como es debido. La tinta juega ese papel aquí, y hace mucho más evidente la importancia de ganar terreno o de saber retirarse para recuperarlo.

También es un poquito Destiny en la personalización

Puestos a hablar de influencias, también hay que destacar el parecido con otro grandes de entre los grandes de esta generación, Destiny. El sistema de personalización de equipamiento de Splatoon bebe un poquito del juego de Bungie porque es muy adictivo y acabas pensando constantemente en qué gorra, camiseta o deportivas comprarás a continuación.

Hay muchas diferencias, obviamente, pero conseguir dinero y subir de nivel para comprar nuevo equipo más fuerte y para no parar de evolucionar jamás es una de las grandes virtudes de este juego y una pequeña muestra de lo inteligentes que siguen siendo en Nintendo a la hora de hacer juegos.

Es una lástima, quizá, que las armas condicionen las habilidades secundarias que usas y que no se puedan alterar. Seguramente sea una manera de evitar desquilibrios en el juego, pero nos parece un atajo muy poco beneficioso para la variedad táctica de Splatoon. Ojalá lo cambien en un futuro.

Falto de contenido y variedad

No todo es bueno en Splatoon, claro. Todo lo que hemos venido comentando es la base sólida del juego, sobre la que se puede construir un gran título, pues en estos momentos, la cantidad de mapas, de modos de juego y de posibilidades jugables muy, muy corta. Solo hay cuatro mapas y el modo competitivo está capado hasta que haya muchos jugadores con nivel 10.

Es una lástima que Nintendo siga haciendo gala de una estrechez de miras en los juegos multijugador. Aunque Splatoon tiene una campaña fenomenal con uno de los combates contra jefes finales más interesantes que ha hecho Nintendo en años, es un modo breve y el juego está pensado desde un primer momento para ser multijugador antes que nada.

Pues bien, pese a esto, es fácil acabar cansado de que se repita un mismo mapa varias veces, de acabar haciendo todo el rato lo mismo o de que el rodillo, que no está del todo bien equilibrado, te arruine las partidas. El desnivel entre jugadores y los tiempos de carga, afortunadamente, no es nada exagerado.

Y para terminar de quejaros: odiamos que haya retos bloqueados para aquellos que no tengan los amiibo de Splatoon. Solo con las figuritas podréis acceder a un contenido extra que, vaya, nosotros no hemos podido probar por esa misma razón.

Esperemos que crezca con los meses

Ya sabemos que Nintendo lanzará contenido gratuito (y seguramente, de pago) en los meses posteriores al lanzamiento de Splatoon, pero eso no nos tranquiliza ahora mismo, que vemos que el juego tiene mucho potencial pero poco contenido que lo mantenga.

Si dentro de unos meses, el juego gana mapas, modos de juego y más armas, estaremos encantados de revisitar esta crítica y mencionar que, entonces, el juego merece mucho la pena. De momento, sin embargo, te diríamos que te acercaras a él con prudencia y pensaras bien si no prefieres esperar un poquito para hacerte con él.

En este sentido, también es un poco como Destiny, que ahora es mejor que nunca; con la diferencia de que dudamos que Splatoon baje de precio en otoño, así que tampoco es mala idea jugarlo ahora para estar curtido en unos meses. Lo dicho, te lo dejamos a tu elección. Es buen juego, pero será mejor casi seguro.