Resogun Análisis

No soy precisamente bueno con los juegos de naves estilo Resogun. Muchas veces minan mi paciencia, pero no puedo dejar de jugarlos hasta que me demuestro a mí mismo que soy capaz de superarlos, cueste lo que cueste. Creo que esa es parte de la gracia del género: es uno de los más antiguos y de los que más hondo calan en el jugador con experiencia, así que la existencia de Resogun es algo bueno en si mismo. El juego es estupendo también, así que mejor que mejor.

Como había pasado ya con PS3 y Xbox 360, PS4 y Xbox One se han estrenado cada una con un shooter clásico: Resogun por la parte de Sony y Crimson Dragon por la de Microsoft. Es algo que casi parece ya una costumbre cuando se lanza una consola y es que pocos juegos permiten echar tantas horas por tan poco, y eso que Resogun no es precisamente largo, pero se hace muy rejugable.

Resogun es un preciso homenaje

Como homenaje al clásico Defender, las buenas gentes de Housemarque han triunfado a la hora de conseguir un juego hipnótico. La potencia extra de PS4 ha permitido que todo en el juego se pueda destruir y que los enemigos caigan como moscas con efectos graciosos y que llenen la pantalla de efectos de luz que, claro, nos distraen. Los gráficos de Resogun son estupendos no porque se vean bien, sino porque cumplen una función: intentar romper tu concentración.

Con unos controles que responden al milímetro y una precisión en los impactos que ya quisieran otros juegos de este estilo, Resogun se desmarca del típico scroll infinito hasta que acaba la pantalla y reduce mucho el espacio de movimiento al crear formas con los enemigos que se ciernen constantemente sobre ti y los humanos que tienes que salvar. Aunque salvar a los humanos es, en el fondo, algo secundario, porque siempre llegas al jefe final y superas las fases, pero el estar pendiente de cuándo se liberan de sus celdas, dónde caen y cuánto tiempo tienes hasta que mueren o son abducidos suman otro grado de esquizofrenia a un juego de por sí inquieto.

Lo bueno, si difícil, dos veces bueno

Los niveles de dificultad, así como la configuración de las naves, están igualmente bien pensadas. La progresión de pantallas es la que cabría esperar y siempre se puede aumentar o reducir si no somos capaces de superarlas seguidas o individualmente. Y las naves se adaptan a cada estilo del jugador: está la nave fuerte pero con rayo concentrado, la débil con un rayo de área y la equilibrada. Todas cuentan con un impulso salvavidas que se recarga poco a poco y que te saca de más de un sándwich de enemigos y con un rayo bastante fuerte que se recarga matando naves.

Poco importa todo esto al final, cuanto toca vérselas contra un jefe. La habilidad para prever sus patrones y la velocidad con la que te mueves sin chocar con los miles de objetos en pantalla determina tu grado de éxito y el tiempo que vas a sobrevivir contra los muy complicados jefes. Y es que aunque solo haya cinco pantallas, Resogun mantiene el tipo gracias a lo elevado de su clímax.

Todo un ejemplo a seguir en la política de Sony

Aunque Housemarque no se puede considerar un estudio indie, su forma de trabajo y cómo ha sido promocionado dicen mucho de lo que pretende conseguir Sony para su consola de nueva generación: una plataforma con potencial tanto en lo independiente como en lo mainstream. Con juegos como Resogun tienen ganada nuestra confianza en ese sentido, la verdad.