Gran Turismo 6 Análisis
Tras una quinta parte algo pasada de frenada, las buenas gentes de Polyphony vuelven a la carga (con menos tiempo de espera) con Gran Turismo 6. ¿Será la gran despedida de PS3? Comprobémoslo.
Por el simple hecho de que la instalación inicial de Gran Turismo 6 es de apenas 1GB, comparado con los 9GB de Gran Turismo 5, ya nos gusta más que su predecesor. Semejante tontería de comentario, sin embargo, sirve como perfecto resumen de lo que es el juego: todo lo que su predecesor hacía bien o regular, éste lo hace estupendamente.
Gran Turismo 6 tarda menos en instalarse, se ha hecho mucho menos de rogar y se ve mejor que su predecesor. Solo por estas tres tonterías ya deberíamos considerarlo mejor. Ojalá fuera también más completo que el anterior, pero hay que decir una cosa: pese a los cambios, sigue pareciendo un juego que aspira a mucho más, que se queda a medio camino entre lo que se propone y lo que finalmente nos ofrece.
Gran Turismo 6 es más amable con los novatos, pero no tanto
Los neófitos en el género de la simulación sudarán para llegar a algo en el juego y hasta pasadas unas cuantas horas, una decena quizá, no estarán del todo metidos en el ajo. Y eso que comparado con el anterior, todo está más al alcance, hay caricias y mimos hasta para el más paquete, pero lo severo de su control y jugabilidad y la progresión tan ardua pronto hacen acto de presencia.
Los primeros retos, las primeras contrarreloj y sacarse las primeras licencias, conseguir todo esto es un logro si en la vida has salido del Need for Speed, por citar un ejemplo. Y aunque yo prefiero, con diferencia, los arcades a la simulación, debo reconocer que Gran Turismo 6 sigue siendo un paraíso para los que saben qué rueda es mejor para tierra y cuál tiene más agarre en nieve. Parece que sí que hay gente así.
El jugador pro estará encantado con Gran Turismo 6
Si eres fan del Gran Turismo, con Gran Turismo 6 te sentirás como en tu casa. Una casa redecorada con mejor gusto que nunca, donde cada menú y cada pequeña modificación se siente como algo imprescindible. No creo que pueda explicarlo mejor de lo que un experto en la materia lo haría, así que me ahorro entrar en detalles. Simplemente puedo decir que todo en Gran Turismo 6 funciona como un motor de gran cilindrada: hay retoques y cambios por todas partes, pero en conjunto, funciona como siempre.
Sí que puedo decir algo muy claro: el juego es mejor con respecto al predecesor, de calle. Y no hablo solo del apartado gráfico, aunque no sé cómo no ha salido ardiendo mi PS3 de 40 GB, pero doy gracias por ello. El problema es que con la sucesora al lado, es fácil ver sus costuras con facilidad. Eso no quita que a velocidad punta, las sensaciones que consigue sean magníficas y que su manejo sea impepinablemente bueno.
De Ferrari en Ferrari y tiro porque me toca.
El sistema de progresión no ha cambiado por dentro demasiado, pero en el exterior sí que hay cosas diferentes. Hay que acumular puntos en carreras, desbloquear licencias, comprar coches y modificaciones, romper récords... Y por si hay alguna duda, GT6 sigue siendo una enciclopedia en la que cualquier loco del motor podrá consultar hasta la más tonta tontería. Que es un juego hecho con mimo y expertos, se nota.
Al final, lo mejor del juego es la sensación de haber estado saltando entre coches modestos para llegar, por fin, a tu primer deportivo brillante y exultante, ese con el que sacas tres estrellas en el circuito que siempre te da problemas. Y luego, vencer a la máquina en experto en el Circuito di Roma con un Lamborghini recién comprado es pura poesía.
Desde luego, GT6 consigue transmitir mejor la idea de autosuperación que su antecesor, anquilosado en datos y menús más que en correr. Este no cae tampoco demasiado lejos en algunos momentos de tedio, pero es todo un medio para este fin que relato: el gustazo de ganar en el terreno que antes se te atragantaba. Por eso, quizá, ha fastidiado a tantos que introduzcan micropagos para saltarse esa progresión
Una mejor progresión en todos los sentidos
Entenderíamos la introducción de este sistema si las recompensas estuvieran tan mal planteadas como en GT5; pero en GT6 lo han hecho mejor: las pausas para café, los desafíos de derrape, las misiones en desventaja, todos son "minijuegos" que ya se han visto en la saga como pruebas al uso pero que ahora se pueden hacer de forma independiente, y eso es todo un acierto. Hay veces que no apetece meterse tres horas en una competición.
Para regocijo de los fanáticos, las pruebas de nivel están mucho más integradas en el núcleo del juego y en el progreso, y aunque haya distracciones, son la prueba definitiva para poder seguir jugando. A veces pueden ser un muro contra el que hay que estrellarse una y otra vez si se quiere seguir jugando, pero es un ‘golpe’ necesario.
Gran Turismo 6 es evolución, no revolución
No hay ninguna gran revolución en GT6, y no sabemos hasta qué punto algo así sería posible en un juego que busca, simple y llanamente, imitar la conducción de deportivos. Los arcades tienen más opciones para sorprender, pero la simulación solo puede mejorar sus opciones, retocar sus físicas un poco y añadir pruebas periféricas que hagan más llevadero el largo trayecto de desbloqueos y licencias. En este sentido, Gran Turismo 6 lo ha hecho todo bien, y hasta se ha permitido ser más accesible a nuevos jugadores.
Es la combinación de cosas ya vistas y los retoques aquí y allá lo que hacen mejor a este juego, porque rompedor o nuevo no es que sea. Visto en perspectiva, es la culminación de un estilo de hacer juegos de coches, y en cuanto a esto, es el mejor Gran Turismo hasta la fecha, con diferencia. De GT5 no se podía decir esto tan claro. Así que a falta de DriveClub o de The Crew, buenas son tortas.