Fez Análisis

Fez es uno de esos juegos independientes que conoce hasta el tato. Junto con World of Goo y Braid, abanderados y vanguardistas del movimiento, y Super Meat Boy, puede considerarse uno de los juegos indies más importantes que existen, y eso que ha sido el último en llegar en esta particular lista. ¿Por qué es tan importante?

Fez y la pelea entre indie y mainstream

Levantar muros que separen la industria no es un movimiento inteligente porque, en el fondo, existe una permeabilidad de conceptos muy beneficiosa: los indies se benefician de la tecnología de los estudios de Triple A una vez se ha abaratado, y estos toman ideas, conceptos o incluso se atreven con juegos más pequeños, como hace Ubisoft ahora. Fez es un espectáculo único que parece borrar esa línea entre ambas partes.

Pese a lanzarse en 360 de forma exclusiva durante casi dos años y llegar a PC junto con un montón de polémica por parte de la mente tras el juego -el ahora desaparecido Phil Fish- Fez se ha alzado como un referente a imitar en todos los sentidos posibles: de calidad de la mecánica, de historia y de unos gráficos siempre al servicio de estas dos partes. Es un videojuego perfecto en este sentido.

La revolución dentro del juego

Es gracioso cómo esta confrontación de mundos está incluida en el juego. En Fez, lo indie son las dos dimensiones y lo masivo, las 3D, y él sabe jugar con ambas partes como si fueran una sola de una manera inteligente y que deja a la vista los mejores puzles y las mejores plataformas que se pueden encontrar todavía hoy en un videojuego.

Moverse, algo tan básico en los videojuegos, es en Fez un espectáculo, un ejercicio de visión espacial y un constante reto intelectual a la altura del mismísimo Portal. Y poco importa si un movimiento es premeditado o un accidente producido mientras se intentaba encontrar una solución a ese puzle vertical que es cada nivel del juego: los resultados son siempre entretenidos.

Un mundo para perderse y encontrarse

Fez abraza lo cúbico de su mundo tanto como lo poliédrico de los caminos que lo conectan. Aunque en teoría hay que ir componiendo cubos a partir de fragmentos, o encontrando cubos ocultos de diferentes tipos (algo nada sencillo), la verdad es que en Fez se avanza por casualidad y lo más normal es acabar perdido.

Echar un vistazo al mapa ayuda, pero lo mejor es tirar de papel y lápiz, de guías creadas por uno mismo a partir de las estancias visitadas y de implicarse profundamente con el juego.

Fez es complicado, a propósito. Es una aventura que quiere ser resuelta con tiempo, con calma, con cariño, con un jugador que se da unas cuentas vueltas hasta entender cómo tiene que resolver el secreto que el mapa del juego le indica que hay en un nivel concreto.

Esto es así porque, del mismo modo que el juego pone una atención absurda al detalle, el jugador tendrá que hacer lo mismo, tendrá que bañarse en ese fenomenal mundo de píxeles hasta encontrar lo que sea que está buscando.

Tres nuevas versiones

En lo técnico, las nuevas versiones lanzadas para PS3, PS4 y PS Vita están a la altura de las circustancias. La de PS3 es exactamente igual a la original vista en Xbox 360, mientras que la de PS4 alcanza el nivel de la versión de PC con 1080p y 60fps. En Vita, su rendimiento se resiente un poco en las cargas entre niveles, pero no hay ralentizaciones ni nada realmente molesto.

Lo más importante, sin embargo, es que se tiene acceso a las tres versiones con un solo pago: compra la versión de PS3 y automáticamente tendrás las otras dos, por ejemplo. Es un gesto amabilísimo por parte de Polytron, o de Sony, que está reforzado por el Cross-Save que permite continuar una misma partida en cualquier consola. Jugar en la calle con la Vita y en casa con la PS4 es un gustazo.

Fez sigue siendo un juego superior

Aunque pongamos notas y evaluemos a veces los juegos como productos en caja más que como obras culturales, o de arte si se quiere, lo cierto es que Fez debe definirse más bien como una experiencia total de juego donde cada elemento está íntimamente ligado para ser perfecto, para construir un conjunto bellísimo y que absorbe a cualquier jugador dispuesto a implicarse y que entienda los videojuegos como algo más.