Batman: Arkham Origins Blackgate: Deluxe Edition Análisis
Blackgate ha acabado teniendo versión en consola portátil y en consola doméstica. Siendo el juego prácticamente el mismo en dos formatos tan diferentes no vale la pena entrar a diferenciarlos, y dado que ni siquiera el estudio de desarrollo ha parecido tener a bien las diferencias entre sistemas, ¿deberíamos tenerlas en cuenta nosotros? Este es nuestro análisis de Batman: Arkham Origins Blackgate: Deluxe Edition
Al menos han escuchado a los jugadores y han mejorado el sistema de mapas que se creó para la experiencia portátil. Parece poco, pero no lo es en absoluto, ya que en juegos de exploración de las presentes características, el tener un mapa acorde a la aventura resulta principal para que la experiencia acabe siendo satisfactoria.
Blackgate: Deluxe Edition: del bolsillo a la estantería
¿Cómo podríamos resumir Batman: Arkham Origins Blackgate? Básicamente como un Metroid en dos dimensiones o un Castlevania de exploración de los que firmaba Igarashi hace unos años mezclado con el concepto Arkham que viene haciendo Rocksteady y Warner Bros. Montreal en los últimos años. ¿Qué significa eso? Lo que vienes a imaginar: exploración, gadgets del bueno de Wayne y unas batallas que se asemejan a las que conocimos en la consola grande, aunque al final no resulten tan satisfactorias como en esos intentos de unos y otros desarrolladores, claro: valdría la pena no descuidar que estamos en un entorno 2.5D con todo lo que ello conlleva.
No podemos evitar compararlo con los Arkham originales
Significa que las secciones de infiltración en las que nos convertíamos en una amenaza silenciosa aquí, prácticamente, han desaparecido sin dejar rastro. La única forma de jugar esas secciones te las marca el juego, y por mucho que lo intenten, no están a la altura de lo que vimos en los Arkham originales. En una experiencia portátil, como estaba concebido originalmente el juego y como, de hecho, acabó siendo lanzado, es meritorio que Armature Studio haya tenido tanta pericia y hayan sido capaces de elucubrar un juego así; en sistema doméstico no hay muchos motivos que te lleven a jugar a BlackGate: deluxe Edition en lugar de sus hermanos mayores, ni en precio ni en la calidad esgrimida, y claro, eso es decepcionante.
La propia historia, por ejemplo, transcurre varias semanas después de la aventura de Arkham Origins en PlayStation 3, Xbox 360, PC y WiiU. Nos llevará a enfrentarnos a Black Mask, El Pingüino y, oh, el Joker de nuevo. A la hora de sorprender, la verdad es que Armature no está por la labor y no llega a acontecer ni un momento en el que estén por encima de lo que hemos conocido en otras entregas de la franquicia. Es normal, pero con unos personajes así, más algún invitado extra que no se pierde la fiesta, no desarrollar una aventura acorde a los protagonistas acaba siendo decepcionante. Tanto como las batallas contra bosses, por cierto: redundantes y larguísimas.
Cambio de sistema traumático
Puede que sean los últimos problemas que puedas echarle al título, ya que a partir de ahí, todo lo demás funciona a la perfección, siendo un juego muy satisfactorio en su exploración, que ha conseguido inteligentemente poner armas y gadgets a disposición de los recovecos que pueda ir descubriendo el protagonista según avanza la aventura y, claro, la curva de aprendizaje que hay al comienzo del juego y lo que acaba aconteciendo una vez terminamos el juego y paseamos por BlackGate: Deluxe Edition armados hasta los dientes. Se ha contado con muchos de los dobladores originales en inglés de Arkham y se han puesto a disposición de la aventura, dándole un toque interesante en la interpretación de sus protagonistas.
El cambio de dispositivo
Batman Arkham Origins: BlackGate es un grandísimo videojuego para consola portátil; es un juego muy decente en consola doméstica. Estamos en una generación de consolas que parece que el paso del bolsillo a la sobremesa va a ser más habitual de lo que parece a lo largo de los próximos tiempos. Muy pocos de esos ejercicios que hemos visto saltar de un dispositivo a otro con esa alegría han sabido complacer a un público en máquina de sobremesa que espera, obviamente, experiencias muy diferentes de las que conocería y disfrutaría en una Nintendo 3DS o PlayStation Vita. Sería cuestión que esos desarrolladores que plantean el salto en sus producciones portátiles supiesen exactamente qué pueden ofrecer en uno y otro bando, sin que las mermas tecnológicas de las pequeñas acaben afectando a las experiencias de las grandes.
Desgraciadamente, eso es lo que acaba acontenciendo: el apartado técnico está bien y se remoza, pero el resto queda en una experiencia flojita, que al cambiar de formato acaba mostrando sus debilidades ante unos jugadores que esperan mucho de un gran nombre y una gran producción como la que, hipotéticamente, acontece con BlackGate.
