Nidhogg Análisis

    Nidhogg es una rareza en tantos sentidos que resulta raro, valga la redundancia, hacer un solo comentario sobre él, pero allá vamos. Este es nuestro análisis.

    Nidhogg es uno de esos arcades sencillitos que en realidad esconden más de lo que uno se espera, es uno de esos juegos que enganchan antes de saber por qué es adictivo, es una experiencia exigente y es una exhibición de ingenio tan asombrosa que sorprende que su aspecto parezca sacado de un Commodore 64. Así es el mundo indie: lo mejor está oculto a plena vista.

    Nidhogg domina el arte de la espada

    A diferencia de lo que venden muchos otros videojuegos, repletos de esquemas de control y de piruetas complejas, Nidhogg utiliza seis teclas, cuatro de ellas para movimientos. Y consigue con tan poco un sistema de combate completísimo y difícil como pocos. Las otras dos son el salto y el ataque. Así de simple de decir, pero muy complicado de dominar.

    Duelos, duelos y más duelos

    Los cuatro botones de movimiento determinan también la altura de la espada con la que se pelea, pudiendo incluso lanzar el arma cual lanza, a riesgo de meter la pata hasta el infinito y morir como un idiota. Desarmar al oponente es lo más lógico, y lo más sencillo en teoría, pues también es posible que ellos desarmen al jugador con la misma facilidad. De emprenderla a puñetazos con el enemigo, mejor no hablar, aquí no hay diálogos con colas ni pegamentos que salven de una muerte súbita.

    Me llamo Íñigo Montoya...

    Así nace un juego cuyo atractivo principal, los susodichos combates, más bien duelos, pueden durar segundos o minutos. De nuevo destaca esa capa de simplicidad que oculta la exigencia de una maestría por parte del jugador, de su reflejos, de su capacidad de anticiparse al movimiento de unos cuantos rocambolescos píxeles.

    Píxeles como puños

    La idea de las tres alturas de los floretes además crea una tensión importante: el más mínimo despiste se paga con la muerte, que es siempre culpa, como en todo buen juego. Casi se podría decir que cada duelo en Nidhogg equivale a un jefe final convencional de cualquier otro juego. Así es el nivel de cada combate.

    Dame unos píxeles y dominaré el mundo

    El envoltorio perfecto para esta gloria jugable es un también divino apartado gráfico lleno de colores planos, con los detalles justos que permiten expandir la imaginación del jugador, como pasara hace 25 años con los primeros ordenadores. El cooperativo bebe mucho de aquellos ordenadores, de compartir un Amstrad con un amigo. Aquí también pueden jugar dos jugadores con un solo teclado, lo que es un detalle de estilo irreprochable.


    Lo que sí se puede echar en cara a Nidhogg es que los escenarios no son todo lo variados que deberían y que pueden volverse estancias distractoras en momentos clave de los combates, donde se paga el despiste a precio de riñón.

    Para colmo, solo pueden visitarse plenamente si se juega con dos jugadores, lo que evidencia que este es en realidad un juego cooperativo y online en el fondo, algo que quizá no guste mucho a todo el mundo, menos aún a quienes no tengan paciencia para encontrar partidas o para soportar el lag, que en un juego de esta precisión y este timing es un pecado horrible.

    La grandeza de un duelo entre caballeros

    Nidhogg tiene una propuesta clara y la ejecuta sin miramientos. En eso, es igual que sus combates. Cuando se da el salto de pelear contra una IA robótica cuyos parámetros son predecibles a medio plazo a hacerlo con un jugador real, ya sea en la silla de al lado o desde Warren, Michigan; es fácil encontrar todavía más gloria en su ya cien veces pontificada sencillez.

    No está falto de algunos fallos, y ciertamente, esta estética que muchos adoran (nosotros entre ellos), puede echar atrás a un grupo de jugadores más joven; pero ellos se lo pierden, se pierden los mejores combates que puede tener un juego, unos que dejan en pañales a las monstruosidades superpoligonales de títulos con presupuestos de varias decenas de millones. Otra victoria más para el mundo indie, y ya van...

    8

    Pros y contras

    • Es bonito como pocos juegos
    • Su sistema de combate es exigente y glorioso
    • Cuando funciona, su multijugador es genial
    • Encontrar lag en las partidas online
    • Que haya que jugarlo con alguien para verlo por completo

    Nidhogg

    Disponible desde 13 january 2014

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