Alien: Isolation Análisis

Lo primero en lo que uno se fija en Alien: Isolation es en lo contrario que camina en comparación con el resto de la ciencia ficción actual. Lo segundo es en que no hay ningún gato, algo que en un juego que homenajea a Alien debería ser un pecado pero que en este caso es una minucia en comparación con el conjunto.

The Creative Assembly ha conseguido lo imposible: un juego que es Alien. No hay otra forma de describirlo: hay una Ripley, hay una nave espacial en peligro, hay mecanismos analógicos, cassettes de música y, por supuesto, una presencia constante y amenazadora, imposible de combatir: un xenomorfo.

Alien: Isolation tiene una atmósfera sobrecogedora

Alien: Isolation comienza con la llegada de Amanda Ripley, la hija de Ellen Ripley, a la estación Sevastopol. Su objetivo: recuperar una grabación de la Nostromo que ha sido recogida por una nave alojada en esta estación. Sin embargo, la estación ha sufrido un percance desconocido y está tomada por sus habitantes, por sus cyborgs y por algo más.

Este planteamiento es muy propio de Bioshock, pero Alien: Isolation supera cualquiera de los tres títulos de Irrational Games por una sencilla razón: su atmósfera es mucho más perturbadora y está siempre pensada para sobrecoger al jugador en todo momento.

La tensión acumulada tras tres horas de juego seguramente harán que muchos se lo jueguen en sesiones cortas, pues esa sensación de indefensión y de no saber por dónde ir son difíciles de llevar, pero está claro que muchos otros acabarán enganchados y no podrán soltarlo hasta terminar sus casi 20 horas de campaña, que se dicen pronto.

El alien es tu peor enemigo...

Por lo que se puede entender de su nombre, en Alien: Isolation hay un alien, más concretamente y de acuerdo con la nomenclatura de la saga, un xenomorfo. Y la criatura es digna de su nombre: si te ve, no corras porque no sirve de nada. Es más, no corras nunca, porque te oye en cuanto pisas un poco fuerte.

El alien es un organismo perfecto cuyo único objetivo en la vida es matar, y lo consigue por muy bien escondido que estés, pues no es tonto y aprende de tus movimientos. Y esto no es una frase de marketing: realmente mira debajo de las mesas si estás mucho rato oculto bajo una.

Puede parecer un poco impredecible y aleatorio en determinados momentos, pero eso lo hace mucho más aterrador. No hay manera de predecir qué va a hacer ni por qué. Sí hay alguna vez que tiene algún fallo y que está claro que debería haberte visto cuando no lo ha hecho, pero esto son dejes de cualquier vidoejuego: es programación y a veces falla.

...pero no es el único peligro

Al alien es temible y está siempre rondando, por tuberías, a lo lejos, en tu visor de movimiento, pero no es el único peligro ni mucho menos. La Sevastopol estaba habitada, y no todo el mundo está muerto o desaparecido. Quienes han conseguido aguantar no están dispuestos a ayudarte así por las buenas y no dudarán en atacar.

Tampoco lo harán los android de Seegson, manejados por Apollo, la IA de la nave que, viendo que todo se ha ido al traste, se ha puesto algo exigente con la seguridad de sus robots. Y no, no son androides como los de la Weyland Yutani, que son casi humanos y se parecen a Michale Fassbender: estos son aterradores y peligrosísimos.

En otras palabras, que Ripley tiene mucho con lo que maniobrar y, por tanto, nosotros también.

Una trampa analógica

Algo que se agradece una barbaridad en Alien: Isolation es el ingenio con el que le han dado la vuelta a los típicos minijuegos de decodificación de puertas u ordenadores. Esto no solo se debe a la genial estética analógica de todas las interfaces y herramientas que hay que usar, aunque ayuda también.

Lo mejor de ellos es que están pensados para llevarlos a cabo en las situaciones más tensas. Cuando tienes que descifrar un puzle con un androide casi echándote su inexistente aliento en la nuca no es tan sencillo acertar.

Está claro que The Creative Assembly ha puesto mucho mimo en reproducir esa ciencia ficción retro que caracterizaba a Alien: El Octavo Pasajero, y lo ha conseguido a la perfección. Cada ordenador, cada pasillo, cada puerta, todo parece no ya sacado de la película, sino fiel a una idea estética. Una maravilla para los sentidos.

La tensión es peor que el miedo

Lo mejor de Alien: Isolation es que es un juego de miedo que más que sustos, que alguno hay, trabaja más con la tensión. No poder usar armas para defenderse (aunque en determinados momentos es posible y obligatorio, pero son dos momentos contados del juego) es un punto muy positivo en toda esta aventura.

El xenomorfo, además, es inmortal: solo se le puede repelar un poco con fuego, y cada vez aprende mejor a esquivarte y a prever cómo vas a usar el lanzallamas.

Alien: Isolation consigue transmitir mucho con algo tan, en teoría, sencillo como hacer que te escondas en un armario y que te sientas paralizado porque hay enemigos cerca a los que no puedes hacer frente ni en sueños. Da gusto ver que algunos juegos no apuestan por la violencia, aunque este juego sea gore de narices, como principal mecánica.

Alien: Isolation es el homenaje perfecto

Quizá el único defecto de Alien: Isolation es que hay un momento donde la campaña se vuelve un poco cuesta arriba antes de volver a mejorar o que, tras morir muchas veces, el alien es más llevadero y no impresiona tanto; pero las sensaciones básicas están siempre ahí y ese tembleque interior cuando tienes al bicho cerca y no has guardado en un rato nunca desaparece.

Lo que está claro es que aquellos que ansiaban un videojuego a la altura de Alien, de la primera, de la buena nos atrevemos a decir, quedarán más que satisfechos. De hecho, los pajeros del canon de la saga van a flipar un poquito con ciertas cosas.

Aunque este juego no se llamara como se llama, seguiría siendo una experiencia fabulosa y entretenidísima dentro de su horror. Y por cierto: Amanda es tan dura como su madre. Por fin podemos decir que los videojuegos tienen una protagonista femenina a la altura de Ripley...