Análisis de Destiny El Rey de los Poseídos - Ahora sí que sí

Es complicado hablar de Destiny El Rey de los Poseídos. La nueva saga de Bungie ha sido polémica desde antes de su lanzamiento, con aquello de los 500 millones de dólares de presupuesto, y ha pasado un primer año algo malo entre críticas y fans acérrimos que también se quejaban por X o por Y.

Con el lanzamiento de esta tercera expansión, la verdad es que uno no puede sino felicitar a Bungie por aguantar el chaparrón y lanzar un nuevo conglomerado de contenido muy bueno a la vez que renuevan el juego anterior y lo dejan bastante mejor de lo que estaba.

Destiny El Rey de los Poseídos es un segundo comienzo

No diremos que el Año Uno haya sido una beta, pero, vaya, viendo todos los cambios introducidos por Destiny El Rey de los Poseídos y la actualización 2.0, ciertamente a los veteranos ahora nos da esa sensación. Destiny ha dado un salto cualitativo tan importante gracias a estos cambios que por momentos cuesta creer que sea el mismo juego.

Rejugar la campaña en esta nueva versión es un gusto porque, en primer lugar, te enteras de lo que está pasando gracias a la nueva organización de misiones y aventuras en un nuevo apartado que te explica por qué estás matando a tal criatura o tal otra en qué planeta del Sistema Solar.

Por otro, las mejoras de usabilidad, como poder canjear los contratos sin ir a la Torre, ayudan a que el ritmo sea mucho más natural y puedas jugar más y mejor. Quien se meta en Destiny en este momento en lugar de hace un año, se encontrará un juego fenomenal, no nos cabe la menor duda.

Los veteranos quizá se enfanden un poco

Naturalmente, los veteranos recibimos todo esto con sumo gusto, pero es imposible no arquear la ceja, señalar a Bungie y gritar: ¡ya era hora! Destiny El Rey de los Poseídos es todo lo que llevábamos tanto tiempo pidiendo: más contenido, menos repetición, jefes que no sean esponjas de balas, asaltos mejor planteados y un largo etcétera.

De nuevo, no sabemos si dar la enhorabuena a Bungie por haber introducido los cambios pertinentes o tirarles de las orejas por haber tardado tanto y habernos costado tantísimo dinero a los que apostamos por su juego, pero al menos, ahora no nos sentiremos culpables por jugar y rejugar misiones en busca de nuevos objetos.

Las claves de fondo de Destiny siguen siendo las mismas: un juego de tiros donde se cambia a los Pokémon por armas y armaduras exóticas. Seguirás repitiendo secciones en diferentes dificultades con tal de conseguir ciertos objetos, pero ahora no te sentirás medio idiota por hacerlo.

Las nuevas subclases lo petan

Otro motivo para celebrar la existencia de Destiny El Rey de los Poseídos son sus nuevas subclases, que se aúpan sobre el nuevo sistema de experiencia y progresión y que cierran el triángulo de posibilidades de cada personaje.

Los titanes ahora son mucho más agresivos con su superpoder a distancia, el martillo de fuego, mientras que los cazadores pueden sumar un elemento táctico con un ataque que encadena juntos a los enemigos y los hace susceptibles a ataques críticos. Por su parte, los hechiceros pueden hacer un ataque masivo y de largo alcance.

La manera en la que juegas con cada personaje no se transforma en exceso, porque son subclases, no nuevas clases en sí, pero es una novedad que permite más variedad y que, como pasa con las armas, te empuja a rejugar y reinventar los sistemas que ya dominas porque llevas un año jugando.

Esto es algo que también ocurre con las facciones y la reputación: es necesarsio seguir ganando el favor de Órbita Muerta o similares, al igual que ahora también hace falta ganarse al armero para tener mejores armas. Es algo que ya hacías antes, lo que pasa es que ahora lo haces diferente y de mejor manera.

Se repite menos

Los asaltos, por ejemplo, ahora funcionan en listas acumulativas de recompensas, así que si juegas muchos, tus recompensas serán mejores. Si a esto añadimos que estas ya no se repetirán tanto y que son más amables, pues mejor aún. Repetir una exótica es algo mucho más improbable, por fortuna

Destiny El Rey de los Poseídos realmente es más generoso: hemos visto más engramas púrpura en 2 horas que en 200 con el juego original, y ya puede ser así, pues el nuevo tope de daño y de defensa exige cambiar de equipo nada más empezar la expansión. Sentimos que el Gjallarhorn haya quedado inútil, pero esto es algo bueno en general.

Mucha de tus armas y piezas de equipo exóticas seguirán siendo útiles, pero solo cuando vuelvas a 'comprarlas' con Distintivos de Leyenda – la nueva divisa unificada – y con el ataque o la defensa actualizados. Si ya tenías los guantes No me toques, por 125 Distintivos podrás tenerlos de nuevo sin tener que esperar a que te toquen en un drop.

No es un sistema perfecto, pero tampoco se nos ocurre una manera mejor de rescatar equipo antiguo a la vez que conseguimos otro nuevo y con más luz, que tras la actualización 2.0 es un indicativo de tu poder y no de tu nivel, que ahora solo se acumula subiendo experiencia y hasta un tope de nivel 40.

Así que como a nivel mecánico no ha cambiado nada, pues pegar tiros sigue siendo un gustazo que pocos juegos son capaces de igualar, el tener que volver a aventurarte para conseguir mejor equipo y pensar en cuál es mejor o en mejorar el que ya tienes mediante la Infusión – una nueva mecánica muy bien planteada – es algo que nos ha encantado

Una historia competente

En cuanto a la historia, qué podemos decir: la novedad de Destiny El Rey de los Poseídos es que tiene una historia, algo que no podía decirse realmente del original, y que encima ahora es buena. Da gusto que el Espectro tenga algo de utilidad real, que sus diálogos no sean vergonzosos y que otros secundarios ayuden en tus aventuras.

También es fenomenal que las nuevas misiones sean bastante variadas, desde un momento de plataformeo vertical, con trampas en forma de enemigos que te tiran al vacío incluidas; hasta otro de infiltración que termina, por supuesto, en un tiroteo multitudinario y que te sobrepasa si no luchas muy bien.

Este contagio de nuevas mecánica e ideas en las misiones se traslada, como decíamos, a los asaltos de una manera muy eficaz, pero también a las mundanas exploraciones, que gracias a los nuevos contratos y encargos que te mandan los secundarios de la Torre son infinitamente más entretenidas y hasta tiene sentido hacerlas a menudo.

De la raid no hay mucho que podamos decir por no desvelar nada, que es una aventura que hay que vivir sí o sí por uno mismo, pero es una gratísima experiencia. Nuestra favorita sigue siendo la Cámara de Cristal, pero esta no le anda lejos y es mucho más difícil y laboriosa. Realmente hacen falta seis guardianes.

Un año después, Destiny es un imprescindible

Y no nos vamos a alargar más. Destiny El Rey de los Poseídos es un buen juego, una gran actualización llena de contenido y una manera de reconciliarse con Bungie que posiblemente muchos jugadores no vayan a probar porque no les perdonan los errores cometidos en el pasado. No podemos culparles, la verdad.

Aquellos que decidan pagar el precio, se encontrarán con un FPS muy lúcido, con una estructura que ahora tiene más sentido, con misiones a punta de pala con un toque original, con mecánicas que van más allá de pegar tiros a troche y moche por un puñado de loot y una historia que, sin ser nada excepcional, al menos tiene sentido.

Si apostaste por este juego durante todo un año, no nos cabe la menor duda de que ya estarás jugándolo de forma compulsiva y que este análisis no te hace falta. Si te decepcionó en su primer lanzamiento, en cambio, quizá ahora es el momento de darle otra oportunidad si pagar el precio no te duele demasiado.

Una cosa debe quedar clara, eso sí: el problema antes de Destiny El Rey de los Poseídos no era tanto de precio como de justificación de dicho precio. Con esta expansión, el pago ahora está más que justificado en nuestra opinión, pero entenderíamos que quien pagara en su día no quiera volver a hacerlo por principios.