Análisis de Outlast 2 para PS4, Xbox One y PC

Ha vuelto la franquicia. Outlast 2 recupera la esencia de la primera parte y la supera, con mecánicas algo más sólidas y con la sensación de que hacemos algo más que correr de los peligros que nos acechan. Aunque en realidad el resto continúa siendo lo mismo: una atmósfera muy hostil y peligros que se resuelven a base de ensayo y error.

Outlast 2 es como ver una de las decenas de películas de terror que asolan las salas de nuestros cines durante todo el año: todas se parecen, se basan en los mismos principios, son bastante malas (salvo honrosas excepciones) pero al menos te entretienes en el trayecto. El problema es que en este videojuego debes ser tú el que superes esos problemas o tendrás que volver a repetir ese segmento del título.

Ensayo y error continuo en Outlast 2

Es el mayor problema del juego y lo que a nosotros nos ha echado para atrás continuamente: es genial internarse en una nueva zona, que da mucho miedo y en la que avanzamos con la sensación horrenda de que algo nos va a pasar. Pero cuando repetimos esa zona por séptima vez porque todavía no hemos encontrado el lugar correcto donde escondernos pierde toda la gracia y se convierte en otro tipo de experiencia.

La mayoría de zonas se basan en este principio. Y lo dicho: la primera vez da auténtico pavor tener que huir de una loca que quiere asesinarnos, pero la segunda ya no, porque hay que superar esa zona de una manera concreta sí o sí. De lo contrario estás muerto. Y es una pena, porque el potencial está ahí para ser algo más que carne de youtuber con ganas de gritar y asustarse delante de su audiencia.

La cámara vuelve a ser protagonista

Todo el juego está tremendamente oscuro. Tanto que es imposible avanzar a tientas a no ser que tengamos activada la visión nocturna de nuestra cámara de vídeo, que también sirve como método narrativo, al hacer avanzar la historia cuando conseguimos grabar hechos importantes. Pero su batería dura un suspiro, y necesitamos muchas pilas para mantenerla encendida el tiempo necesario.

Esto frustra bastante, y nosotros hemos tenido más terror a quedarnos sin batería (ya que sería imposible, directamente, seguir avanzando en el juego) que a los propios peligros que nos acechan. Y es un problema, ya que volvemos al mismo punto anterior: es un título que llega a hastiar en cuanto debes repetir varios segmentos una y otra vez.

Una ambientación a la altura, por lo menos

Eso sí, no cabe duda de que Outlast 2 sabe destacar en su apartado audiovisual, con un muy buen nivel gráfico y una atmósfera sonora que ya quisiera cualquiera. De hecho, es muy común que el título utilice el sonido para provocar sustos o simplemente la sensación de peligro constante. En este sentido, aquí sí, toca aplaudir lo logrado en el título.

En esta ocasión no tendremos que internarnos en un manicomio, sino en un pueblo repleto de fanáticos religiosos con mucha sed de sangre. Aunque en realidad visitaremos multitud de escenarios diferentes, y aquí de nuevo toca quitarse el sombrero ante la variedad. Pero al final todos se resuelven de la misma manera: ensayo y error.

Outlast 2 da miedo pero no sorprende en absoluto

Con unas bases que ya puso su primera parte y que ya han sido superadas y evolucionadas por otros títulos del género, cuesta encontrar razones por las que destacar a Outlast 2 como a un verdadero portento. No destaca en nada, más allá de en su ambientación y su apartado audiovisual.

El problema es que esas virtudes quedan ensombrecidas por los fallos en la inteligencia artificial de los enemigos, lo encorsetadas que resultan sus fases y la sensación de que continuamente estamos jugando al ensayo y al error. La primera vez da miedo, las siguientes ya no. Es un juego de terror entretenido, sin más.