Análisis de Elden Ring - Lo mejor de Miyazaki

Pocas compañías consiguen que sus juegos se conviertan en el único título del que se habla tras su lanzamiento, pero sin duda FromSoftware es una de ellas. Tras varias semanas jugando a su último título, te traemos nuestro Análisis de Elden Ring: Lo mejor de Miyazaki.

Análisis de Elden Ring

Estas últimas semanas en redacción han sido maravillosas. Más allá del tiempo de trabajo obvio que toma cada análisis que publicamos, Elden Ring ha conseguido que dedique todo el tiempo libre a vagar por el Necrolimbo y todas las zonas de las Tierras Intermedias. Aprendiendo a tomarle el pulso en profundidad a un estilo de juego al que no dedicaba tanto empeño desde el clásico King's Field. Lo confieso, no soy el mayor fan de los soulslike, pero con Elden Ring he hecho las paces con el maestro y he sucumbido a su forma de contar historias.

Elden Ring invita al jugador a vivir su aventura a su propio ritmo, y lo hace ofreciendo un mundo compuesto por mundos diferentes en los que cualquier puerta, hueco o escaleras pueden llevarte a una zona maravillosa. Más allá de la trama central, ir descubriendo estos pequeños trozos de lore que afectan a todos los elementos del escenario, sus habitantes y los enemigos que lo pueblan, demuestran la maestría de Miyazaki y su equipo contando historias y jugando con lo onírico para hablarnos de auténtica fantasía.

Lo mejor de Miyazaki

Elden Ring es más que un juego difícil en el que el combate contra monstruos guarda la clave de su brillantez. Si Sekiro supo poner su acento en la narración a través del choque de espadas y Bloodborne en la exploración de un mundo oscuro y lovecraftiano, Elden Ring toma todo lo que supo hacer bien la saga Souls y coloca en el tablero la pieza que le hacía falta: un gran escenario plagado de historias que van más allá del recadeo y la persecución de pollos para hacernos sentir en una gran aventura.

La magia de Elden Ring está en traspasar la frontera del videojuego para convertirse en algo que se percibe como mucho más que un pulsar botones y ver qué sucede en pantalla. Su narración es pura magia, consiguiendo que la sintamos como si de una gran novela se tratara, mientras los acontecimientos y las historias parecen en ocasiones ser parte de una película de alto presupuesto, de esas que se quedan en tu memoria durante años y terminan por convertirse en una obra fetiche que estás deseando discutir con tus seres queridos.

El círculo y sus mundos

Elden Ring es tan único y particular que me cuesta hablar de él, o escribir más bien, como si se tratara de un videojuego más. Reducirlo a un conjunto de mecánicas o a cómo rinden sus FPS me parece tan superfluo como analizar un cuadro de Goya como si fuera una serie de animación de Disney+ o juzgar un amanecer en las montañas por su uso del HDR. Los mundos maravillosos de Elden Ring con ese toque de portadas de fantasía de los años 80 requieren un compromiso para ser entendidos que no puede reducirse a qué botones pulsar o cómo funciona el caballo.

Con esto no quiero decir que Elden Ring sea un juego perfecto y vaya a gustar a todos, pero sí que es una obra que merece ser disfrutada a su ritmo, el ritmo de cada uno, y comprendida como lo que realmente es. Jugar a Elden Ring para disfrutar, y no para ver cuánto tardas en derrotar a ese jefazo o en cuantos niveles llegas a la Capital, es la mejor forma de conectar con lo que Miyazaki quiere contarnos y de disfrutar todo lo que ha sembrado en su juego a la espera de ser recolectado por el jugador.

Perder la vista en su escenario y dejarse guiar por las pequeñas pistas que incluye, ya sea solo o con amigos. Cminar hacia ese rayo de luz o descubrir una nueva zona por explorar hacen que cada minuto que pasas en las tierras Intermedias sea glorioso. Una forma de jugar que hace mucho que creí perdida y que Miyazaki nos invita a recuperar de forma fascinante.