Análisis de Quantum Break - Sin remedio

Quantum Break es lo más fuerte que tiene Microsoft como exclusivo de Xbox One (y de PC) de cara a primavera, un nuevo juego de Remedy Studios – los creadores de Alan Wake y de los primeros Max Payne – que mezcla disparos, actores de Hollywood y rupturas temporales.

El problema es que no lo hace muy bien.

El resultado es algo inferior a Alan Wake, que ya tenía tela: un juego incongruente, donde se te pone una zanahoria delante de la nariz durante 7 horas y en el que, cuando la cosa se pone intensa, te cierran un acto y te meten un capítulo de la terrible y aburrida serie de ficción que han hecho para Quantum Break.

Quantum Break tiene unas expresiones faciales flipantes

No es que Quantum Break sea un mal juego. No está roto, tiene buenos gráficos y la jugabilidad de disparos está entretenida, pero se pone muchas trabas a sí mismo porque la historia se cuenta bastante mal, tiene una voz en off a menudo y sus personajes dan absolutamente igual, del protagonista al antagonista.

A pesar de funcionar a 720p y tener unas cargas de texturas algo lentas al arrancar cada pantalla, es innegable que Remedy ha trabajado bastante el apartado gráfico y estético del juego. Incluso si no te gusta mucho el efecto de 'roto temporal', con triángulos, al menos alucinarás con las expresiones faciales.

Usar actores de carne y hueso, por aquello de la serie que mencionaba antes, requería que Quantum Break permitiera caras humanas y expresivas, y eso es lo que tiene, ni más ni menos. La captura de más arriba es una evidencia más que clara de lo que decimos. Pocos juegos tienen caras tan humanas, ingame o en cinemáticas.

Su problema es que no innova tanto como debería

En lo que a jugar se refiere, hay que citar algunas virtudes. Quantum Break no tiene botón de cobertura, por ejemplo, pero cubrirse es bien sencillo y moverse por los escenarios es un gusto porque están diseñados para estar seguro unos instantes tras una cobertura, pero también para dar cabida a cierto movimiento libre.

Es algo que se potencia con los poderes temporales: usar la vision de detective de Batman para ver enemigos u objetos, parar el tiempo en una zona, crear un escudo que para balas, recorrer una distancia con un acelerón a la vez que placamos a un enemigo ligero, poder sortear a uno lento y pesado a la carrera con el tiempo parado para los enemigos...

Hay un buen abanico de posibilidades a combinar con nuestras armas, que no serán muy variadas ni diferentes, pero sirven como complemento de estas habilidades. En cuanto te haces un poco con el control y estos poderes, es fácil jugar sin cubrirse más que para recargar, y eso es un gran aspecto positivo en un juego de coberturas.

El problema, por desgracia, está en que los combates no suelen ser muy intensos nunca, da igual la dificultad.

Parte de esto se debe a la escasa variedad de enemigos. Quantum Break tiene seis tipos, todos soldados humanos de diferente arma o armadura; y aunque su inteligencia artificial está por encima de The Division, por ejemplo, tampoco es para tirar cohetes. Los enemigos que usan poderes temporales al menos mejoran el conjunto un poco, por fortuna.

Y mejor no nos ponemos a pensar en que son currantes de una gran empresa que mueren a manos de un 'heroico' protagonista y que los abandona a su suerte en cuanto las cosas se ponen feas, porque nos ponemos malos.

Más puzles absurdos no, por favor

El resto de la culpa la tiene el ritmo que ha dado Remedy a la historia de Quantum Break, que no se puede apoyar ni en los temas que trata ni en los protagonistas de nombres tipiquísimos y personalidades aburridísimas. Esto es algo muy triste viniendo de Alan Wake, que al menos tenía un mínimo de carisma.

Este no es el caso de Jack ni de Rebeca ni de Paul, el protagonista, la sidekick prescindible y el antagonista de Quantum Break. Ellos tres y más gente están envueltos en un experimento fallido con una máquina del tiempo que va a llevar al Fin de los Tiempos.

No es broma, semejante concepto bíblico se usa como McGuffin en una historia con tintes de ciencia y poca ficción en la que, al final, acabas divirtiéndote solo al pensar que el protagonista es Iceman el de X-Men, que el hobbit Merry aparece un par de veces y que Meñique el de Juego de Tronos hace de mamonazo manipulador una vez más.

¡Y hay decisiones! Al final de cada capítulo, puedes tomar una decisión que supuestamente afecta al desarrollo del juego, pero que no es así para nada. Un toque muy poco elegante por parte de Remedy, otro más.

Todo esto se cuenta de manera torpe, interrumpiendo las pocas escenas de tiroteos más o menos intensos y agradables de jugar; pero incluso las conversaciones de ganso ingame son aceptables en comparación con los cuatro aburridísimos capítulos de la serie de Quantum Break.

Desperdiciar el talento de estos actores en una trama tan poco coherente, tan mal contada, con tan poco acción y que, para colmo, es imprescindible si quieres comprender mínimamente lo que pasa entre acto y acto del juego. Son puentes narrativos en forma de vídeo dentro de un videojuego, cinemáticas venidas a más, pero muy malas.

¿Pero de qué iba este juego, exactamente?

Para rizar el rizo, están los detalles más bien poco cuidados del juego que sacan un poquito de quicio. Por ejemplo, los puzles metidos con calzador. ¿Hace falta de verdad activar un ascensor con dos botones separados entre sí por varios metros y plataformas sobre las que saltar con sumo cuidado?

Los collecionables del juego, que por un lado son 'objetos narrativos' que cuentan más de la historia, más de lo mismo: ¿cómo han conseguido que su historia dé igual pese a haber una serie, un juego y mil textos para contarla?

Los otros coleccionables, las mejoras de habilidades escondidas por los entornos, tienen más sentido, pero Remedy tampoco los ha introducido bien: son brillos blancos que solo se descubren usando compulsivamnte la visión de detective de Batman y que, para colmo, se pueden confundir fácilmente con la iluminación del escenario. Frustrante.

Por último, un detalle que sí nos ha gustado: las constantes referencias a Alan Wake, tanto en forma de serie de coña como en referencias a escenarios, personajes o, de forma directa, al juego en vivo y en directo, como tenéis en esta captura de más abajo. ¡Eso sí que es productividad!

Remedy lo tiene crudo si no espabila

Al final de Quantum Break, tras ver que su historia no importa nada, que los tiroteos están desaprovechados y que hemos tenido que vernos una serie que no nos interesaba lo más mínimo para poder seguir jugando en condiciones, solo podemos preguntarnos: ¿esto tiene que salvar a Xbox One? Microsoft lo tiene crudo.

Quantum Break no es un mal juego a nivel jugable ni gráfico, pese a algunos fallitos en este apartado; pero en todo lo demás está anticuado y es aburrido. Y es un poquito doloroso que hayan desaprovechado el potencial que tenían en los trailers esas ideas sobre el viaje en el tiempo o nuestra función en los viajes temporales.

Viendo que Quantum Break se rehizo para adaptar a las caras más o menos conocidas de sus actores, para meter una serie entre media que justificara palabra pasadas de Microsoft con respecto al valor de Xbox One y que al final no ha salido todo tan mal, casi podríamos sentirnos satisfechos.