Bladestorm: Nightmare Análisis - Oh, capitán mi capitán.

Bladestorm: Nightmare es la expansión del original Bladestorm que cubría la Guerra de los Cien años entre Inglaterra y Francia. Nuestro personaje tomaba el papel de un mercenario capaz de capitanear divisiones y conquistar distintas fortalezas, ahora hay que hacer algo similar, pero con ejércitos de criaturas de fantasía.

La base jugable de Bladestorm es atractiva; de hecho es lo mejor del título. Caminamos hacia un grupo de soldados, pulsamos el botón X y pasamos a dominarlos. Todos juntos caminamos hacia nuestro objetivo, pudiendo decidir gobernar otra división de distintas habilidades. El motivo por el que alternar entre arqueros, lanceros, caballeros, etc, es porque al enfrentarnos contra otro grupo rival unas armas serán más débiles o fuertes contra otras; a lo piedra, papel, tijera, lagarto, Spock de toda la vida.

Bladestorm te permite gobenarlos a todos con un botón; ni el anillo único, oiga.

Al mando de nuestra unidad pulsamos un botón y todos atacan a la vez, como un equipo de natación sincronizada, pudiendo realizar ataques especiales, defensas y cargas grupales si la moral es alta. El objetivo de Bladestorm es similar al que pudimos ver en Dynasty Warriors 8: Empires: conquistar todas las bases que se nos pongan por delante, una tras otra.

En lo relativo al ataque es agradable comprobar cómo las unidades atacan de maneras muy distintas y con muchas particularidades, haciendo útil y sobre todo divertido alternar entre ellas.

Cuando llegamos a dichas fortalezas toca atacar al líder, destrozar a sus aliados, cargarnos su defensa y luego a él, teniendo cuidado de que sus ataques no diezmen a nuestro batallón. Una vez lograda la conquista avanzamos hacia la siguiente base mientras la trama del juego se va desarrollando.

Base tras base, haremos nuestro el mapamundi

La edición Nightmare introduce una nueva campaña sobre la de La Guerra de los Cien Años. Se agradece que al principio de esta el tutorial se haya reducido por saber que ya hemos pasado la anterior campaña. Para esta ocasión, la trama ya no es una basada en hechos históricos. Aquí Juana de Arco se ha vuelto mala y nos toca batallar contra ella y un ejército de tinieblas, que nosotros mismos también podemos controlar.

En esencia, esta nueva campaña es muy similar a la anterior. Hemos de seguir avanzando campamento tras campamento solo que ahora cargaremos contra magos oscuros, trolls gigantes y trasgos, que en sus ataques nos hacen reaccionar de manera distinta a la campaña original. Además, podremos alternar entre varios personajes que lideran distintos tipos de unidades. Cambiar así de personaje le da una mayor agilidad.

La nueva campaña es chula, pero sin demasiadas novedades

El videojuego introduce también mejorar gráficas que suavizan el conjunto pero el videojuego sigue feote, todo se mueve raro y la acción no se ve veraz. Pese a todo el componente estratégico de Bladestorm y sus buenas ideas, los personajes enemigos siguen siendo morralla que machacar, los combates son liosos y los combos son gigantescos pero sin fundamento.

Al final, acabaremos vagando por el mapamundi con nuestras tropas, que al replicar todos los soldados nuestros movimientos de manera tan ordenada, parece que más que un batallón seamos un solo tipo con muchos brazos.

Bladestorm carece de la agilidad o el frenetismo de un Dynasty Warriors; es más cercano a la serie Empires, pero llevando esa estrategia al combate en lugar de acentuarla tanto en la gestión, que también tiene, ojo. Sin duda, si te ha gustado el original este también te gustará, puesto que dota de más contenido al videojuego original, es un poquito más ágil en general gracias a las mejoras jugables y la nueva trama es más desenfadada, algo que se agradece.

Cambiar entre personajes en Bladestorm: Nightmare es todo un acierto

Pero todo eso no acaba de conseguir eliminar la sensación que estamos ante un Dynasty Warriors en el que hay que caminar mucho más y tocar menos botones para entrar en la acción, sin recibir a cambio una estrategia de control de grupo lo suficientemente profunda para equilibrar la balanza.