Análisis de Fire Emblem Fates - Tres en uno

Fire Emblem Fates es una trinidad de juegos tremendamente atípica y rara para los estándares actuales en los que vivimos. Salvo Pokémon y alguna saga infantil más, nadie se atreve a dividir un juego en varios cartuchos o versiones porque se sabe que en el fondo es contraproducente y los fans no son muy amigos de pagar más.

Y sin embargo, con este juego ha funcionado. La razón parece bastante simple: ya como ocurrió con Awakening, Intelligent Systems lo ha dado todo por crear un mundo coherente, una jugabilidad adictiva y unos personajes que conoces por el simple hecho de aparear para crear un soldado definitivo. Esto no es broma, ¿eh?

Fire Emblem Fates es un imprescindible

Puede que con Awakening, el impulso que llevó a darlo todo es que la saga estaba un poco acabada y no conseguía suficientes ventas para lo que Nintendo pedía. En el caso de Fire Emblem Fates, la necesidad de superar esa cima alcanzada con el anterior juego es lo que parece alzar a cada una de sus versiones.

Tanto Estirpe como Conquista como Revelación son diferents entre sí. Los dos juegos físicos tienen historias diferentes centradas en Hoshido o Nohr, dos reinos con dos familias reales en conflicto; mientras que el tercero es un DLC que narra una tercera vía en la que nuestro protagonista no se decida por ninguna de las casas y emprende su propia lucha.

Aún así, la historia no es lo único que acota las diferencias de cada Fire Emblem Fates, pues van mucho más allá.

Tres historias, tres maneras de entender un juego

Estirpe es un juego iniciático, para empezar a meterse en la saga y cerrar una historia sin sufrir demasiado y pudiendo grindear niveles. A nivel narrativo y de personajes, es el más flojo, pero se disfruta igual que los otros porque la jugabilidad básica es la misma y funciona pesea ser más fácil.

Conquista es lo opuesto, y quizá el mejor juego a nivel de héroes y villanos, pero su dificultad puede desquiciar a cualquiera. Ya en los primeros compases demuestra que no se anda con chiquitas y que es un juego pensado para veteranos o para los que ya se han terminado Estirpe y quieren un reto adicional.

Por su parte, Revelación es un relato paralelo que todo el rato alude a los otros dos juegos, y que por eso quizá es la mejor opción para cerrar estos tres juegos, sobre todo porque expone a la mano oculta tras todos los conflictos que hemos visto en el juego y permite tener otro punto de vista de héroes, villanos y sus versiones en ambos títulos.

Como tal, no se puede decir que Fire Emblem Fates deje cojo nada, y hasta podríamos decir que se excede constantemente y que todo esto podría haberse intentado contar en un solo juego sin hacernos gastar más dinero; pero más de uno agradecerá los kilos y kilos de contenido y tener tres juegos tan distintos en su consola.

Muchas formas de vivir una mecánica

Aún con el interés que suscitan los tres arcos de Fire Emblem Fates, seguro que más de un jugador se siente satisfecho con un solo juego gracias a su fenomenal y adictiva jugabilidad. Los principios de estrategia y de desarrollo de personajes por niveles, relacionaes de amistad y tipos de maestría siguen presentes y son similares a los de Awakening.

Moverse por el mapa de cada batalla, elegir a los compañeros clave y haberse preparado en la base con nuevas armas, comprando los hechizos de curación que se han acabado son tan importantes como pelear en un orden adecuado para subir a todos los personajes de nivel sin dejar a nadie atrás, porque el juego castiga esta actitud.

Además, dependiendo del juego, tendrás que tener mucho más cuidado con todo esto. En Conquista, es imposible avanzar si no has tenido un cuidado quirúrgico con cada personaje. Qué demonios, en este juego a veces es imposible avanzar porque solo la pantalla en sí y sus trampas son una base de dificultad a la que hay que sumar el resto de cuestiones de Fire Emblem Fates.

Es un gusto encontrarse con un reto, y Conquista lo es, pero los otros dos también porque incluso aún sin jugar con permamuerte, una batalla puede perderse con un movimiento hacia un cuadrado donde te pueden golpear dos enemigos de seguido. Eso cuando directamente tu personaje no falla dos ataques y se queda él solito expuesto, claro...

Pero no hablemos en negativo de lo que es maravilloso. La tensión de cada batalla en Fire Emblem Fates es patente en cuanto ves que el terreno bajo los pies de tus personajes es todo rosado y que estás al alcance del enemigo. Es irónico que un juego tan estático, porque te pasas la mayor parte del tiempo mirando un mapa, sea a la vez tan tenso.

Además, hay tantos factores en juego entre tipo de personaje (hay clases mejores y peores según la situación), tipo de arma (que funcionan como los tipos planta, fuego y agua de Pokémon), habilidades pasivas (personajes que funcionan mejor en equipo, que se curan solos, que resisten un golpe crítico, etc) que hay que tomarse un minuto como mínimo para plantear un solo movimiento.

Contenido por un tubo

Fire Emblem Fates redondea una jugabilidad asombrosa con un montón de contenido, ya sea en forma de desafíos o invasiones de castillo – tienes una base a proteger y personalizar que la IA puede invadir – o con su siempre interesantes relaciones personales. El simulador de citas sigue siendo importantísimo para crear los soldados definitivos.

No vamos a entrar aquí a valorar qué relaciones son mejores y cuáles no recomendamos, pero poder batallar con los hijos en el campo de batalla, disonancia ludonarrativa al margen, puede convertirse en un fin mismo para muchos jugadores. Como en Pokémon con los huevos, conseguir la mejor descendencia es clave en Fire Emblem Fates.

Y luego está todo el montonazo de DLC que hay planeado y que arranca con un guiño al inicio de la historia de Fire Emblem Awakening. En un movimiento genial, Intelligent Systems nos lleva por un portal al momento inmediatamente anterior al inicio de dicho juego para combatir una invasión junto a Chrom, Frederik y Lissa.

Esto es al margen de tener tres juegos completamente distintos, que no sabemos si ha quedado lo suficientemente claro: puedes jugar una historia y quedarte con ella o llegar a jugar hasta tres totalmente distintas en un mismo mundo, con unas mecánicas similares, pero con héroes, villanos y misiones que no tienen nada que ver. Aquellos que busquen un juego para estar un mes como mínimo jugando compulsivamente, lo tienen delante.

Fire Emblem Fates es clásico de Nintendo 3DS

Aunque abusemos a menudo de la palabra clásico, no tenemos ninguna duda de que Fire Emblem Fates es un clásico dentro de su plataforma en cuestión. Pocos juegos de Nintendo 3DS son tan ambiciosos como él, y aunque Awakening tenga más carisma en general, es imposible no caer rendido a los pies de Fates.

Lo único negativo es la frustración que puede generar el saber que hay más historias que no estás jugando porque Nintendo ha dividido el asunto en tres juegos. Eso y que quizá el equilibrio jugable de Estirpe tire demasiado hacia lo fácil mientras que Conquista es directamente insufrible en su recta final. ¿Qué tal algo intermedio?

Al menos, las sensaciones al acabar cada uno de los juegos no es direcamente negativa, sino todo lo contrario. Acabar cada uno de los tres Fire Emblem Fates es una satisfacción en sí misma que puede repetirse hasta en dos ocasiones más. Los fans de la saga tienen motivos para estar encantados, la verdad.

Y los que no hayan jugado a ninguno, que empiecen por Estirpe, que Conquista puede repeler hasta a los más entusiastas y Revelación no se entiende del todo sin haber jugado primero a uno de estos otros dos. Como experimento, Fire Emblem Fates desde luego se la ha jugado bastante, así que menos mal que es un juegazo.