Análisis de StarCraft II Legacy of the Void - En Taro Tassadar

StarCraft II Legacy of the Void es un cierre perfecto para una saga impresionante. Tras manejar a humanos y zerg, era la hora de ponerse al mando de los Protoss y Blizzard ha hecho un trabajo magnífico para que la raza más mística y, en ciertos aspectos, difícil de conquistar, sea un auténtico placer.

Por mucho que los RTS ahora estén menos de moda y hayan cedido su trono entre los ordenadores a los MOBA, StarCraft II Legacy of the Void sigue demostrando que Blizzard sabe lo que se hace cuando tiene que obligarnos a desarrollar una civilización y aplicar una estrategia de ataque y/o defensa a toda velocidad.

StarCraft II Legacy of the Void es un cierre genial

Los principios no han cambiado en StarCraft II Legacy of the Void: controlas unidades a un nivel individual y grupal mientras copas con las responsabilidades de construir y mejorar las infraestructuras que las crean y que permiten que tu ejército sea más fuerte, más numeroso y más variado a medida que pasan los minutos.

La mezcla de tener un reloj siempre sobre tu cabeza y de tener que actuar rápido creando unidades, mejoras y edificios a la vez que estás pendiente de que tus unidades actúen con efectividad a través de la microgestión de sus puntos fuertes y débiles, a pesar de estar actuando en grupo; como os podréis imaginar, es algo demencial.

Eso es lo bonito de StarCraft y es algo que no ha desaparecido en ningún momento en StarCraft II Legacy of the Void, aunuqe ciertamente los peores momentos de la campaña, como pasara en Heart of the Swarm, sean en los que te arrebatan esta manera de jugar, por mucho que sea necesario para crear más ritmo a la campaña.

Los protoss son los mejores

Para los jugadores de 'toss', esta expansión es un gusto a muchos niveles, no solo porque se maneja a su raza favorita sino porque se explora en profundidad su mitología, su jerarquía militar y sus pasiones e ideologías. Los Protoss siempre han hecho convincente esa extraña mezcla de fanatismo religioso y de ciencia ficción extrema.

La historia de StarCraft II Legacy of the Void, además, nos lleva a su planeta natal y nos ofrece en primera persona una batalla impresionante por resolver el conflicto abierto en Wings of Liberty y que aquí cierra de forma muy satisfactoria todos los arcos narrativos de los principales protagonistas.

Los nuevos héroes de la facción protoss, así como el siempre presente Zeratul, hacen mucho porque la historia sea interesante y porque cada interrupción entre misiones sea excusable y no parezca tedioso, algo que no siempre podía decirse de Heart of the Swarm.

Bonito como pocos juegos de estrategia

Os podéis imaginar que StarCraft II Legacy of the Void es precioso, incluso si lo único que vemos son unidades desde una perspectiva aérea. Siempre es fácil distinguir todas ellas y hasta entre las diferentes facciones de los protoss, y esto sin perder un solo detalle de la acción y de los mundos que visitamos.

La uniformidad en los escenarios quizá puede criticarse, sobre todo dado que son algo primordial a la hora de organizar estrategias variadas, pero esto se compensa por el ritmo de la acción y la dificultad a medida que se llega al gran clímax final del juego, que no creemos que decepcione a nadie.

Y como cabría esperar, las cinemáticas made in Blizzard dejan con el culo roto y alguna será memorable durante mucho tiempo, como lo fueron el enfrentamiento entre Zeratul y Kerrigan en Wings of Liberty o el renacmiento de esta a mitad de Heart of the Swarm.

¿Y qué tal el multijugador?

Esto ya es más complicado de valorar, no solo porque requiere mucho tiempo sino también porque nosotros no somos especialmente buenos. Nuestra experiencia del multijugador de StarCraft II Legacy of the Void es de pura ansiedad, miedo y nervios ante cualquier movimiento que hagamos. No hemos ganado demasiadas batallas.

Ojo, que nuestras victorias nos han sabido a gloria venida del cielo, pero las derrotas son realmente vergonzosas y quitan las ganas de seguir jugando. No pasa nada, uno se sobrepone si realmente es fan de StarCraft II Legacy of the Void, pero el reto y la necesidad de aprender y ganar experiencia sigue estando ahí.

Del mismo modo, juzgar las nuevas unidades que se han introducido en cada raza nos parece complicado. De momento, no hemos visto que ninguna produzca un desequilibrio excesivo y se sienten como buenos añadidos para reforzar puntos flojos de cada raza o para equilibrarla frente a anteriores ventajas del enemigo.

Como no hemos podido jugar contra grandes experto, quizá no hayamos visto todas las nuevas posibilidades que ofrecen estas novedades de StarCraft II Legacy of the Void, pero sabed que el multijugador sigue siendo rápido, inteligente y entretenido una vez entras en sus filias y te sobrepones a tus penas como mal jugador.

Un gran cierre para una grandísima saga

Nos apena despedirnos de StarCraft II Legacy of the Void, pues sus personajes, sus mundos y sus estrategias son apasionantes y una muestra de lo bien que trabaja Blizzard en todos sus juegos, incluso si ahora sus ojos están puestos en otros productos que, en comparación, casi parecen más simples y menores.

La complejidad de StarCraft como videojuego, sin embargo, nunca ha impedido que este sea tremendamente popular, incluso si solo es a nivel de campaña. StarCraft II Legacy of the Void tiene una historia fenomenal que cualquiera disfrutará y que animará a probar el multijugador, por muy mal que este se dé.

Todos los añadidos parecen encajar en su sitio y no encontramos una sola razón para desprestigiar mucho su campaña pese a las bajaditas de ritmo y algunos momentos sosetes. Así que si juegas en PC, deberías comprar este juego, sobre todo si los bugs de Fallout 4 te cansan: aquí no hemos visto ni uno y el rendimiento del juego es impecable por viejo que sea tu ordenador.