Sunless Sea Análisis - El viejo y la mar

El mar, o la mar, como dirían los marineros, nos resulta intrigante porque sabemos que no es lo que parece. Bajo sus aguas, incluso si están calmadas, hay misterios y toda clase de realidades que desconocemos porque el agua simplemente no es nuestro medio de subsistencia. La gente de Failbetter lo sabe muy bien.

De aquí nace parte del encanto de Sunless Sea, de que es un juego de navegar sin rumbo aparante y tratando de encontrarse a uno mismo dentro del juego tanto como se intenta encontrar el siguiente puerto donde venden combustible o esclavos que llevar a la tétrica versión de Londres desde la que parte nuestro viaje y, si somos buenos, donde también termina.

Sunless Sea, sin rumbo ni necesidad de uno

Entre ese comienzo y ese final, u cualquier otro, pues morir en la mar es lo más normal del mundo en este juego; hay un camino por el que tomamos muchas decisiones, desde cosas poco trascendentales y emergentes como si luchamos contra ese barco que se viene sobre nosotros hasta otras con menú y opciones.

Estas últimas son las más trascendentes y las que acercan a Sunless Sea a FTL: Faster Than Light, además de ser las que determinan si un encuentro fortuito y aparentemente sencillo con un señor en un puerto no puede salir caro con dinero o con otra clase de recurso imprescindible cuando navegas por el oscuro oleaje.

Y no vas solo, claro que no: tu tripulación necesitará recursos del mismo modo que tú necesitarás sus capacidades. Escoger a los miembros adecuados y hacer un One Piece de libro es muy complicado, y solo a medida que la partida avanza se puede configurar más o menos un equipo aceptable. Otra cosa es que te duren mucho o no te traicionen...

Mucho miedo

Además de esto, en Sunless Sea hay que tener un ojo puesto en el indicador de combustible, que no cesa de parar, en el de hambre, en el de recursos, en la vida del barco y, también, en el miedo. Este último es quizá el aspecto más original de todos los nombrados, pues afecta de diferentes maneras al transcurso de la aventura.

El miedo aumenta si cometes errores, si se pasa hambre, si nos sumergimos en el mar sin faros cerca, etcétera, y desciende jugando bien, algo que no siempre es posible en un mundo lleno de enemigos, humanos y mitológicos. Como el propio juego dice, morir es solo una lección más y no es tan grave...

...O sí lo es

Morir es lo más normal en un roguelike, pero cuando las partidas duran tres o cuatro horas, se convierte en algo durísimo. Hay un modo de juego para poder guardar partidas y poder recuperarte si mueres, pero lo suyo, como los desarrolladores avisan antes de empezar partida, es jugar con muerte permanente.

Sunless Sea es quizá muy poco amable en este sentido y, personalmente, a nosotros nos ha incordiado un poco jugar con permadeath, algo que solemos disfrutar en otros roguelike.

A otros jugadores les parecerá magnífico y una forma de comprometerse más con la partida, y a nosotros en el fondo nos parece que consigue esto, pero cuando el severo castigo caía sobre nosotros, nos costaba volver a Sunless Sea en ese mismo día, o en esa misma semana.

Un imprescindible

Sea como fuere, las horas de entretenimiento y de profunda jugabilidad que ofrece Sunless Sea lo convierten en un jugeo impepinable, en un imprescindible que cualquier pecero debería tener instalado para cuando le apetezca una dosis de sensaciones fuertes.

Es lo que tiene la mar, es capaz de relajarnos con su chocar contra las rocas o aterrarnos en lo más profundo cuando nos enfrentamos a bestias que rara vez ven el sol o con la futilidad de nuestras decisiones. Fans de FTL, os convocamos.