Tengami Análisis - Haiku desplegable

Tengami es precioso. El personaje es un jirón de papel plano que camina por las hojas de un libro desplegable. Desplazamos una solapa, cambia la página y nos conduce a un nuevo rincón, o se modifica el entorno o el mundo cambia de estación.

Tengami es un videojuego delicado, una aventura visual y poética, como un haiku. La búsqueda de esa tranquilidad propia de un sabio que medita bajo un árbol de sakura se persigue ya desde el mismo desplazamiento del protagonista, que no corre, que no salta, que apenas realiza interacción con lo que le rodea. Simplemente se sume en una búsqueda por el propio concepto de lo japonés.

Tengami es un paseo reflexivo por un paisaje pintado y bucólico

Tengami se desarrolla a través de cuatro escenarios diferenciados. La misión es tan sencilla como recorrerlos y encontrar las flores de cerezo que se han caído de un árbol. La manera de lograrlo es clicando en puntos concretos del mapeado, avanzar, llegar a ciertos elementos e interactuar con ellos. El propio escenario es un puzzle, tendremos que interactuar con los animales, con las estaciones, con casas, cascadas y campanas para que nuestro personaje consiga avanzar y llegar a su objetivo.

El videojuego es uno cortito, te lo habrás ventilado en media tarde y esta duración sería aún mucho menor si no fuera por la propuesta del mismo juego: jugar con mucha, mucha calma. Lo dicho, el personaje no tiene ninguna prisa y esto acarrea un problema: tener que dar vueltas por un escenario para averiguar qué hay que hacer exactamente. Si el personaje no corre, este relajante paseo se convierte en uno bastante pesado, puesto que ese relax se convierte en pura frustración, de esa de gritarle a la pantalla: “corre, lentorro”.

En lo jugable, la clave es saber qué tocar y cómo en cada momento

Por suerte, Tengami parece ser consciente de esto e introduce un sistema de pistas que, aunque sí que revelan lo que hay que hacer, lo hacen de un modo muy sutil, con una sugerencia que parece extraído de un poema, con un tono que te hace pensar que no estás haciendo trampas para solucionar rápido el acertijo.

En Tengami no se muere, es difícil quedarse atascado y, digamos, se pasa solo. Cuenta con los problemas mencionados a nivel jugable, pero eso no quita para que no sea una experiencia bonita, meláncolica, sugerente y con muchos puntos que denotan una gran inteligencia a la hora de plantear situaciones. No te va a cambiar la vida, pero te dejará un buen sabor de boca si le das una oportunidad.