Titanfall Análisis

Titanfall es una de las experiencias más imponentes que se han vidido a los mandos de la nueva generación de consolas. En exclusiva para One y con lanzamiento también en PC, se ha convertido en una de las primeras balas esperadas por los usuarios de la plataforma americana, que desde que apoquinaron los 500 euros de rigor por la máquina se habían visto desprovistos de motivos para ser felices con su flamante nueva consola. Respawn puso fin a eso, a pesar de que en el resultado final parezca que la experiencia podría haber ido a más.

Titanfall podría haber dado para más
Estamos, sin duda, ante el proyecto más puntero acaecido desde que la nueva generación comenzó a andar, y eso no es decir poco, pero en algunos puntos no deja de resultar paradójico el hecho de que el juego dé para tanto, pero saber que podría haber dado más escama a muchos usuarios que huelen un lanzamiento multiplataforma de la secuela con lo que debería haber sido el Titan original. El tiempo nos dará o nos quitará la razón, pero un videojuego centrado en exclusiva en el multijugador con tan nulas opciones de personalización o matchmaking resulta extraño.

No se comprende cómo muchos juegos de la generación pasada temprana pudieron ofrecer una infraestructura online a la que Titanfall ni aspira. Por suerte, los problemas acaban ahí, todo lo demás va in crescendo. La mecánica del piloto, los personajes que controlamos en el juego, nunca se habían visto en un juego de características similares: capaz de recorrer un escenario entero sin tocar el suelo y con un armamento interesante que, de alguna forma, también existe esa ligera sospecha de que irá a más con el tiempo. Sin embargo, todo funciona a la perfección de momento, por lo que no hay motivos para dudar.

Titanfall, o lo que es lo mismo: la caída del Titán

La acción no acaba ahí: el Titán es el culmen de la obra. Estamos, probablemente, ante la mejor montura jamás creada en un shooter, y viendo los referentes de los últimos años no es decir poco. Es capital, pero no definitivo: la bajada desde el cielo puede decidir la batalla, pero su equilibrio permite que los jugadores puedan contrarrestarlo si saben cómo, dónde y cuándo deben atacar. Hay varios modelos de Titán y armas, por lo que cada uno de ellos se puede acomodar a su favorito y a las estrategias que le apetezca llevar a cabo. Será primordial conocer las armas a tu alcance para poder acometer y triunfar en los distintos modos de juego, que por cierto, no son excesivamente variados, aunque se espera que con el tiempo también aumenten.

Batalla multitudinaria

Hay un concepto interesante dentro del propio título: los minions. Aparecen una serie de soldados controlados por la IA que hacen bulto y simplemente sirven para sumar puntos para los competidores. Su rápida erradicación supone una gran ayuda para uno de los dos bandos, y según vayamos cayendo en el campo de batalla, más soldados irán apareciendo, con la consecuente ventaja para el equipo que va ganando. Un punto interesante que seguramente se irá explotando a lo largo de la generación, ya que es una estupenda idea muy satisfactoria, incluso, para jugadores menos duchos.

Es extraño que EA, estando como está el patio con la materia del deporte electrónico, no parece que tenga intención alguna de lanzarse a la batalla del competitivo con la presente pieza, sin embargo, es pronto para aventurar su futuro, y si el juego cala entre los jugadores serán ellos los que acaben moviendo la comunidad. La que sí ha visto el filón es Microsoft, que se apresuró en reparar Twitch para que acompañase al título de Respawn en el lanzamiento americano. Las visualizaciones, sin embargo, han bajado muchísimo desde su inicio, y ahora resulta extraño encontrar a ese título entre los más vistos de Twitch.

Primer paso de un futuro maravilloso

No me gustaría dar una mala impresión con Titanfall: creo que es sencillamente imprescindible en el catálogo de One a día de hoy, pero me es inevitable sospechar ante todo lo que ha terminado siendo Titanfall. Tampoco es que en EA hayan enseñado más de lo que hemos acabado recibiendo en nuestras máquinas, pero es algo extraño. No puede ser tan excelso en algunos puntos (de hecho, en los importantes) y resultar tan pobre en otros en los que no debería serlo durante una nueva generación de consolas.

La producción de Respawn es un primer paso para comprender el futuro del multijugador en la nueva generación que recién comienza, y solo por eso vale la pena vivirlo.