The Division, acción y exploración de actual generación

Hay ganas de descubrir de lo que es capaz de la nueva generación, y ya no solo por ver potencia bruta o texturas increíbles. Lo que tienen que demostrar estas máquinas es el tipo de juegos que son capaces de producir y cómo los nuevos motores pueden potenciar esa experiencia. The División cuenta con una propuesta absolutamente atractiva, la de un un New York tras el apocalipsis en la que un soldado despierta para hacer frente al caos. Y no estará solo en su misión.

The Division presenta un motor gráfico que permite algo sorprendente: el hacer que las coberturas en los juegos de disparos sean interesantes para alguien que no suele disfrutar con este sistema. Lo terrible de estos muros es que dependen totalmente de la técnica del juego para ser lo que son: elementos que se destruyen y en los que el jugador no ha de sentirse totalmente protegido. Si esta acompaña, las coberturas se vuelven parte del conjunto y no un recurso sin alma del videojuego.

En The Division, las balas impactan contra los vidrios de los coches, los rompen y los atraviesan, revientan las ruedas de los mismos, instando al personaje a huir y a buscar otra localización. Eso sumado a la aparición de enemigos desde todos los frentes y al empleo de armas de componente táctico, consigue generar situaciones que logran romper con los esquemas clásicos de un videojuego de este tipo.

The Division aporta novedades que lo desmarcan de otras propuestas similares

Esto no sería posible sin un planteamiento que evita los pasillos y apuesta por ofrecer toda la libertad posible al jugador. La apuesta tiene forma de single player en la que vamos acompañados, una especie de MMO que le da entidad al mundo, no lineal y en la que las situaciones se suceden de manera orgánica, como un Skyrim.

Por supuesto no hay nada realmente nuevo en este título, al menos en concepto, pero sí en empleo de nuevas tecnologías, unas que permiten todo esto y mucho más.

Si habéis jugado a The Last of Us, recordaréis que lo que hacía de ese juego algo creíble: la interacción con las cosas que nos encontrábamos. Si se plantea un título con unos gráficos que aspiran a enseñar la realidad y no una falsa visión de la misma, no se puede limitar el desarrollo a pintar una cara casi humana, sus movimientos también han de serlo.

En el juego de Naughty Dog, Joel estira la mano, recoge ítems, los introduce en su mochila y, para combinarlos entre ellos, se arrodilla, introduce en ella sus brazos y los combina. Este nivel de interacción, y con ese detalle, se consigue en The Division.

Así como una bala revienta la luna de un vehículo con un detalle espectacular, dándole credibilidad a la acción, al toparnos con un maletín con un arma, el protagonista ejecuta una maniobra similar a la descrita de Joel, sin añadirle artificios que el videojuego lleva arrastrando desde su mismo nacimiento. Añadiéndole también fuerza a la exploración.

El baile de géneros también es una parte importante en The Division.

Así como la acción pura, en la que los objetos se notan pesados y los impactos suenan con contundencia, mostrándose el videojuego como una mezcla entre un gears of war y un Mass Effect por su vertiente táctica, cuando nos sumergimos en un entorno cerrado, este se descubre oscuro, enigmático y peligroso, acercándose a un survival, con sus correspondientes scripts, escenas de tensión y premios por no seguir adentrándonos en la terrible cueva.
A su vez todo llega aderezado por la subida de stats y la mejora de nuestras armas y habilidades.

The Division es una maravillosa combinación de conceptos muy variados

Es por todos estos motivos por los que el día nueve del próximo mes tendréis que estar bien atentos a la conferencia de Ubisoft. Este The Division es puro next gen, desde su propuesta a caballo entre MMO y single player, pasando por su ambientación, desarrollo y presentación del conjunt. Gracias a ello, cuenta con todas las papeletas para convertirse en todo un imprescindible.