5 héroes inolvidables por ser de videojuego
El planteamiento del héroe en un videojuego es complicado, tiene su intringulis. En un medio en el que el personaje protagonista va a lo suyo, como en el cine, la cosa es más sencilla: pon a un héroe molón que pueda con todo, ponle un buen villano, un viaje de crecimiento y a correr. Ese es el tipo de héroe que ese medio demanda.
Vale, en el videojuego sucede algo similar, pero la calidad del héroe va también de la mano de la historia que modifica su personalidad, lo que se nos permite interactuar con él y su modificación; hay casos que incluso personajes que no existen sin la actuación del jugador, van a ser siempre recordados.
Aquí van cinco personajes que son involvidables porque son propios del videojuego, y que en otro medio, serían muy distintos. En algún caso, ya lo hemos comprobado.
5. Mario
Mario es puro videojuego, es una cara de felicidad que puede con todo. El fontanero tiene un pasado fundamentando en decisiones de diseño, en la necesidad de ponerle bigote, colores vivos, un mono y una gorra coloreada para que se viera bien en pantalla y dibujado con píxeles.
Representa a Nintendo y a nuestro ocio en sí. No es un tipo maravilloso porque sea carismático (que lo es), ni porque el jugador se identifique con él ni por la trama que siempre le acompaña (que no hay), sino porque es el puente perfecto hacia un mundo de cielos azules, sonrientes y siempre divertidos. Mario es, como ya hemos dicho, la cara del videojuego.
La gracia de controlar un personaje jugable es que, muchas veces, se le resta protagonismo a él mismo, ganándolo todo lo que le rodea. En el caso de Portal, la protagonista es un vehículo en el que el jugador es un pasajero; lo importante es lo que vemos: GLaDOS y sí, el Cubo de Compañía.
La gracia de este bloque es que GLaDOS se empeña en que nos encariñemos con él, que le cojamos cariño, pero con un fin macabro: que luego lo lancemos a una cuba de fuego, para que se desintegre. No hay otra opción que hacerlo, o nos quedaremos indefinidamente con el cubilete en nuestras manos. Pues bien, sí que nos encariñaremos con él, pensando que, quizás, el cubo no se merecía ser abrasado.
El personaje de Lemming representa al titiritero que todo jugador es. Este papel puede ser difuminado o tamizado, pero en el fondo, controlamos a voluntad a un bicho, cosa o ser a merced de nuestras ganas de experimentar con los límites del juego, soportando nuestros torpes intentos de llegar al final de la aventura.
El Lemming ni siquiera es un nombre propio (aunque lo escriba en mayúsculas por respeto hacia el personaje) es uno más de una recua de bichos suicida que se quejan solo un poquito cuando los sacrificamos. Porque ellos saben que van a morir, y nosotros también.
Snake es el representante de héroe de videojuegos que más se acerca a los vicios del cine. En lugar de cambiar él con nuestras interacciones, nosotros cambiamos a través de él: nos cabreamos con quienes deciden meterse con nosotros, a quienes empujan a nuestra mentora a reventarnos un ojo...
Snake ha llegado al jugador a través de cinemáticas, codec y jugabilidad. La gracia de todo esto es como Kojima te arrebata la jugabilidad, haciéndoselas de director de cine para luego devolvérnesla con una maestría increíble. Es gracias a ello que las aventuras de Snake (o Big Boss en función de la tesitura) son inolvidables. Y qué bien le salió lo de poner a Big Boss con guantes en la cuarta entrega (guiño, guiño)
Shepard es la encarnación de la decisión en videojuegos en un AAA; vale, como siempre, nuestras decisiones ni importan tanto, ni son tan determinantes ni se mantienen tan bien en toda la trilogía; pero esa segunda partida en la que decides qué Shepard ser, tras conocer todo el mundo, no tiene precio. Y cuando aprendes el sentido de rolear, el juego gana enteros.
Por supuesto, con una Fem Shepard con muy mala leche.
Estos son cinco personajes fantásticos, que lo son porque son de videojuego. Seguro que vosotros tenéis los vuestros, compartidlos en los comentarios.
